30.11.07

Nuevo galardón a Juan Gelman

Escribe
Armando G. Tejeda

El poeta argentino Juan Gelman, quien fue distinguido con el Premio Cervantes 2007, señaló que el galardón, más allá de la circunstancia personal, “es como un reconocimiento a la poesía misma que no tienen las grandes editoriales, porque no es vendible, y también es un desconocimiento del valor de la poesía. Eso a mí me conmueve mucho”.

Gelman, quien se manifiesta emocionado por haber obtenido el premio, expresó que “los cinco o seis candidatos que mencionaron los periódicos son escritores, no sólo amigos míos, sino poetas de primera fila, como Nicanor Parra, (Mario) Benedetti; también (José Emilio) Pacheco fue candidato al galardón.

“Realmente cuando vi a Juan Marsé y Juan Goytisolo entre los aspirantes, y a los que mencioné, como Blanca Varela, pensé: no, Juan, a vos no, pero resultó que sí”.

La marca del exilio

En entrevista telefónica, después de buscarlo en su estudio de la ciudad de México, el poeta argentino indicó que hay dos fenómenos para publicar poesía: el negativo es que las dificultades aumentaron para los jóvenes poetas, y el positivo es que hay una serie de pequeñas editoriales, también en este país, que editan poesía; “esto permite que el lector de ese género tenga la posibilidad de leerla y gozarla”.

El galardonado, quien reside en México desde hace 30 años, explicó que el exilio lo marcó de algún modo, “porque toda circunstancia exterior, sobre todo la brutalidad del exilio, que influye en la subjetividad de cada quién como influye en las relaciones personales, los ideales, en la vida; de manera que sí influyó, no sé bien de qué modo”.

Temas como el amor, la muerte, la infancia, la justicia social y la fraternidad inspiran a Gelman, quien recordó que durante los años 30 del siglo pasado su hermano mayor, que nació en Ucrania y era un gran lector, le recitaba poemas rusos de Pushkin, “aunque no entendía nada, me atrapaban la musicalidad y el ritmo; así empezó mi formación literaria”.

Su nieta uruguaya, a la que encontraron después de 23 años, fue la primera persona que lo llamó para felicitarlo: “Eso fue muy emocionante, fue la primera felicitación que recibí en el día”.

Entre las reacciones generadas por la noticia, el poeta mexicano Alberto Blanco señaló que Juan Gelman es uno de los mejores poetas de lengua española y que los méritos que avalan el nuevo reconocimiento a su trabajo, con el Premio Cervantes no tienen vuelta de hoja.

“La obra de este poeta ha sido fiel desde un principio a una voz apasionadamente personal. Una voz inconfundible que desde su primer libro de poemas, Violín y otras cuestiones, fue reconocida por su calidad”.

Secuelas de la dictadura militar

Gelman, de 77 años, nació en Argentina, país que lo empujó al exilio tras el golpe militar en la década de los 70 que derivó en una férrea dictadura que persiguió, asesinó y desapareció a miles de personas, entre ellas a familiares directos del poeta galardonado con el Premio Cervantes.

La poesía de Gelman ha sido una de las más reconocidas en su país, donde recibió el Premio Nacional de Poesía, y en México fue distinguido con el galardón Juan Rulfo.

El jurado del Premio Cervantes, presidido por el ministro de Cultura español, César Antonio Molina, y por el director de la Real Academia Española, Víctor García de la Concha, decidió finalmente elegir a Juan Gelman tras realizar varias votaciones, en las que se desecharon otras candidaturas, como la del Nobel colombiano Gabriel García Márquez, del poeta mexicano José Emilio Pacheco y el poeta uruguayo Mario Benedetti.

Gelman señaló a la cadena de televisión estadunidense CNN –pues se negó a recibir a los demás medios de comunicación– tras conocer la concesión del galardón, que aunque su obra más conocida es la de tema político, “también tengo otras obsesiones, como los temas eternos de la poesía: el amor, la muerte y la niñez”.

Como es tradición en este premio, en cumplimiento de una regla no escrita desde su fundación, los galardonados se van alternando en función de su origen: un año lo recibe un español –el de 2006 recayó en el poeta asturiano Antonio Gamoneda– y al siguiente se reconoce a un latinoamericano.

Lo anterior explica el hecho de que las candidaturas de autores españoles fueran las que menos opciones tuvieran en esta versión del Premio Cervantes, como fue la del novelista y ensayista Juan Goytisolo, la del catalán Juan Marsé o la de Antonio Muñoz Molina.

Sin embargo, de las candidaturas de escritores latinoamericanos había nombres de enorme prestigio y calidad literaria, como los citados García Márquez y José Emilio Pacheco, pero también la del poeta de la “antipoesía”, Nicanor Parra, o la peruana Blanca Varela.

Llama la atención el hecho que la que, en teoría, era la candidatura más consistente y aclamada por su importancia en la literatura contemporánea, la del Nobel colombiano García Márquez, ni siquiera llegó a las deliberaciones finales y definitivas, que se dirimió entre cuatro finalistas: Juan Gelman, Blanca Varela, José Emilio Pacheco y Mario Benedetti.

El jurado, el cual no explicó los motivos, como es tradición, de su rechazo al resto de las candidaturas, estuvo integrado por Víctor García de la Concha, César Antonio Molina y Antonio Gamoneda, como autor galardonado en la versión anterior; Francisco Albizúrez, designado por la Academia Guatemalteca de la Lengua; José Miguel Ullán, nombrado por el ministro de Cultura; José Manuel Sánchez Ron, designado por el secretario de Estado de Universidades e Investigación; María de los Ángeles Pérez López, designada por la directora del Instituto Cervantes; Amalia Iglesias, designada por la directora de la Biblioteca Nacional; Martín Caparrós, designado por el director general de Cooperación y Comunicación Cultural; Alfredo Conde, designado por el director general de Libro, Archivos y Bibliotecas.

Como secretario de las sesiones de votación ejerció el cargo Rogelio Blanco Martínez, director general del Libro, Archivos y Bibliotecas, y como secretaria de actas fungió Mónica Fernández Muñoz, subdirectora general de Promoción del Libro, la Lectura y las Letras Españolas.

Jurado con marcado acento gubernamental

La composición del jurado del Premio Cervantes de Literatura le confiere un marcado carácter gubernamental, ya que ocho de los integrantes de ese cuerpo colegiado son representantes de la administración, lo que en ocasiones provoca suspicacias sobre la intencionalidad política del premiado, como ocurrió con Francisco Umbral, un escritor próximo al derechista Partido Popular que fue galardonado durante la etapa de gobierno de José María Aznar.

En el caso del poeta argentino, el jurado reconoció “la musicalidad y el ritmo de las palabras sin abandonar el compromiso social y político que caracteriza toda su obra literaria”.

También destacó la permanente lucha de Juan Gelman por los derechos humanos y su incansable denuncia de los crímenes atroces que se cometieron en su país, Argentina, en los años de la dictadura de las juntas militares (1976-1983).

El Premio Cervantes, dotado de 90 mil euros, se entregará, como es tradición, el próximo 23 de abril en el Paraninfo de la Universidad de Alcalá de Henares, en un acto que preside el jefe del Estado español, el rey Juan Carlos.

Entre la bibliografía de Juan Gelman, destacan los siguientes títulos: Violín y otras cuestiones (1956), Cólera buey (1965), Los poemas de Sidney West (1969), Carta Abierta (1980), Bajo la lluvia ajena (1980), Hacia el Sur (1982), y Eso (1983-1984).

(Publicado originalmente en La Jornada, México,
30 de noviembre de 2007)

29.11.07

Libro sobre la Amazonía del Perú

Los esfuerzos del Virreinato del Perú por implantar su autoridad en la hoya amazónica dieron lugar en el curso de varios siglos a una inmensa variedad de documentos. Entre los siglos XVI, XVII y XVIII, las expediciones de conquista y, de forma particular, la avanzada de las misiones dejaron como saldo mapas, cartas de navegación y descripciones topográficas además de un cúmulo de crónicas, partes, informes, registros lingüísticos y anotaciones etnográficas. El historiador Waldemar Espinoza ha tenido el mérito, en Amazonía del Perú, de haber organizado esta información caótica para articular una historia coherente y minuciosa de la tierra de los que los incas llamaron sacharuna ("gente de los bosques"). El libro es una coedición del Fondo Editorial del Congreso y el Banco Central de Reserva del Perú.

Espinoza recuerda que la leyenda de Eldorado selvático nació tan pronto como los españoles sometieron al imperio inca. En adelante, el lugar de extraordinarias riquezas que sería Eldorado, donde los hombres entraban a bañarse a las lagunas con el cuerpo cubierto de oro, se adueñó de las fantasías de los colonizadores. A lo largo del siglo XVI, diferentes capitanes solicitaron permiso para emprender la conquista del oriente. El virrey alentó sus pretensiones en parte porque aligeraban el problema que suponía para la Corona la presencia en las ciudades de militares empobrecidos a causa de la guerra que sostuvo con los encomenderos. En 1541, 1549 y 1557 Francisco de Orellana, Diego Palomino y Juan de Salinas Loyola se internaron en el mitológico territorio. Orellana descubrió el río Amazonas, Palomino fundó San Leandro de Jaén, mientras que Salinas Loyola tomó posesión de Maynas (Loreto) y recorrió el río Ucayali hasta sus nacientes en el Cusco, pasando antes por el pongo de Manseriche. Sin embargo, las cada vez más frecuentes excursiones no consiguieron una efectiva consolidación del poder hispano debido a las enormes dificultades supuestas por la geografía y el clima y la resistencia perseverante de las numerosas etnias dispersas en la región. En ese sentido, la historia narrada por Espinoza sacude por la renovación incesante del odio entre el invasor y el invadido, y la crueldad desbordada. En 1676, por ejemplo, 3 000 abijiras perdieron la vida perseguidos por la muerte del padre Güels.

Waldemar Espinoza atribuye a los misioneros que tomaron la posta a las tropas los mayores logros colonizadores. El autor concede una atención particular a la acción de los jesuitas durante el seiscientos y el setecientos. Verdaderos científicos de la catequización, los jesuitas fueron capaces de establecer relaciones duraderas con las etnias locales poniendo en práctica un riguroso código que incluía diferenciar sus costumbres y adoctrinarlas en su propia lengua. En colonias o "reducciones" que buscaban ser centros productivos, los religiosos se esforzaban por enraizar entre los nativos la ley escrita, el sedentarismo, la agricultura, el trabajo rentado y la monogamia. Espinoza destaca la obra de los padres Cueva, Santa Cruz, Figueroa, Lucero, Richter, Fritz, Brentano y Bahamonde, este último fundador de Santa Bárbara de Iquitos (1740). El increíble padre alemán Samuel Fritz, autor del Mapa geográfico del río Amazonas (publicado en 1707) e incansable fundador de misiones, le merece extensas páginas. Al final de su campaña misional, los jesuitas habían levantado 173 reducciones, un trabajo que Espinoza considera admirable si se toma en cuenta la férrea voluntad de las etnias de preservar su vida nómade y su economía de autoconsumo.

En 1802 la región amazónica fue devuelta al Virreinato del Perú, después de haber sido transferida en 1717 al nuevo Virreinato de Nueva Granada. Espinoza analiza cuidadosamente el manejo que recibió este hecho años más tarde durante la Independencia por los nacientes estados del Perú y la Gran Colombia. Son de mucho interés las alusiones a Simón Bolívar, en el sentido de revelar su deseo de anexar el territorio selvático a la Gran Colombia pero también su decisión de subordinarlo a los resultados de la negociación diplomática. El rumbo que siguieron las tratativas hasta 1842, ya involucrando a la república del Ecuador, pone fin al extenso y cautivador recuento de Waldemar Espinoza (R.S.).

27.11.07

La poesía de Víctor Ruiz

Luego de publicar hace dos años el poemario Aprendiendo a hablar con las sombras, libro cuya primera versión (Cuando las hojas caen en primavera ) obtuvo el primer premio de los Juegos Florales de su casa de estudios, Víctor Ruiz nos entrega Délibáb, enemigo del viento (Lustra editores, 2007).

Dedicado a la labor editorial con su sello Lustra editores, donde ya se han publicado más de 20 títulos, contando con autores de la talla del peruano Rodolfo Hinostroza y el chileno Óscar Han; Ruiz, quien nunca se ha alejado de la creación poética, nos presenta el segundo de una serie de cuatro libros.

Todos ellos agrupados bajo el nombre de Aprendiendo a hablar con las sombras, y conformados por un libro homónimo (aparecido en el 2005), y los inéditos Euforión o la Presa y Liebe, la muerte en el otro. Es así que Délibáb, enemigo del viento, constituye una notable segunda entrega. "Es desde el 'elogio de la locura' que Délibáb de Víctor Ruiz Velazco se nos presenta como una obra de largo aliento, llena de momentos aterradoramente hermosos, un itinerario por los cruces entre literatura y delirio que hacen del metarrelato de la historia un susurro fresco e iluminador en las nuevas escrituras latinoamericanas actuales"-dice del libro el poeta chileno Héctor Hernández Montecinos.

Egresado de la carrera de Literatura de la Universidad Nacional Federico Villarreal, Víctor Ruiz (Lima, 1982) ha publicado en diversas revistas del medio, así como en publicaciones de Argentina, Chile, España y Colombia. Actualmente forma parte del Consejo de Redacción de la Revista Trimestral del Cuento Latinoamericano Mil Mamuts (editada en Argentina) y cursa estudios de Maestría en Estudios Culturales en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

La presentación de Délibáb, enemigo del viento, se llevará a cabo el jueves 29 de noviembre, en el Centro Cultural de España (Natalio Sánchez 181, Santa Beatriz), a las 7:30 p.m. La presentación estará a cargo de los poetas José Agustín Haya de la Torre y Paul Guillén. Participará también el poeta y cantautor, Lino Bolaños. El ingreso es libre. Habrá vino de honor

25.11.07

Entre la espada y la jaula

Escribe
Rodrigo Orihuela


Ensayo, biografía y crónica periodística: las tres etiquetas se pueden aplicar a La cuarta espada, último libro de Santiago Roncagliolo. Como en su obra anterior, Abril Rojo (ganador del Premio Alfaguara 2006), Roncagliolo aborda el tema de Sendero Luminoso y la guerra sucia en su Perú natal. La reiteración de temática no parece ser la salida fácil de un escritor sin ideas sino más bien la presentación de dos enfoques diferentes y válidos sobre un tema que sin duda tiene infinidad de matices e historias para contar. La novela Abril Rojo era ficción sobre una época posterior a la guerra sucia y Abimael Guzmán, fundador y líder de Sendero Luminoso, no era parte de la historia. En La cuarta espada todo gira en torno a Guzmán. Para poder entender lo que el autor quería transmitir con este libro debe entenderse cómo nace. En 2005 Roncagliolo tenía que ofrecer una nota a un editor del diario español El País y propuso hacer un perfil de Guzmán. A medida que entrevistaba, recolectaba información y husmeaba sobre el líder guerrillero, caía en la cuenta de que el material daba para mucho más que un artículo de diario y decidió convertirlo en una biografía. Esta decisión es palpable en la lectura del libro y uno de sus puntos más débiles, ya que da la impresión de estar escrito como suele escribirse en los diarios: a contrarreloj, algo que Roncagliolo admite en varias ocasiones.

Para completar la información que disponía, Roncagliolo relata cómo la figura de Guzmán marcó ciertos momentos de su vida pese a haber vivido parte de su infancia fuera del Perú y, después, en el acomodado barrio limeño de Miraflores, bien lejos del campo de acción diario de Sendero Luminoso. Son anécdotas marcadas en la memoria del escritor, ya sea a través de comentarios que oía a los adultos o por imágenes televisivas.

Recién en la página 225, Roncagliolo revela que hubo una segunda etapa de la investigación, posterior a la publicación del artículo en octubre de 2005. Esa etapa, que debe haber sido la más fructífera pero a la que dedica tan sólo 20 páginas, comenzó en 2006 durante la gira de presentación de Abril Rojo cuando conoció a una persona que le presentó a decenas de senderistas detenidos, entre ellos la pareja de Guzmán, Elena Iparraguirre. Para entonces Roncagliolo había terminado de escribir la primera versión de La cuarta espada y ya tenía un contrato para publicarlo. La introducción del autor al libro cierra con una pregunta acerca de Guzmán: ¿quién es este hombre? El interrogante actúa de eje del libro y en su búsqueda por encontrar la respuesta el peruano intenta presentar al líder guerrillero al mundo, explicarlo y entenderlo. Admite cierta fascinación por quien era conocido como Presidente Gonzalo y quien quería que sus ideas llegasen a ser tan importantes como las de las “tres espadas” del comunismo: el marxismo, el leninismo y el maoísmo.

La crítica más fuerte que ha recibido La cuarta espada, sobre todo en Perú, está vinculada a este intento de retratar a Guzmán, ya que Roncagliolo banaliza la figura e importancia del guerrillero. Una frase del libro sobresale como disparador de las críticas, cuando hace referencia a la ideología de los militantes comunistas, y de los senderistas en especial: “El valor casi místico que se atribuye a la ideología recuerda la Fuerza de Luke Skywalker, una herramienta espiritual y trascendente que le da a su usuario poder ilimitado”. La guerra sucia peruana dejó más de 69.000 muertos y desaparecidos y muchos peruanos creen que comparar la ideología de los senderistas con La guerra de las galaxias es una frivolidad. Roncagliolo dice que esas comparaciones son necesarias para que lectores foráneos comprendan mejor el tema. Pero La cuarta espada no es un libro académico y seguramente no será utilizado como tal. Gracias en parte a que está escrita con ritmo de novela sirve, en cambio, como un acercamiento para quien desea tener un contacto más bien superficial con las ideas de quien fuera alguna vez definido por un diario europeo como “el loco más peligroso de América”.

(Publicado originalmente en el suplemento Radar Libros, de Página/ 12,
Buenos Aires, 25 de noviembre de 2007)

22.11.07

El Perú de los años diez

Escribe
José R. Deustua


Mientras que en Cuba a fines del siglo XIX, en palabras de Luis A. Pérez hijo, una «amalgama social» produjo una insurrección para expulsar a España y eliminar a la burguesía terrateniente criolla y en México una extensa revolución agraria compuesta de facciones tuvo lugar varios años después, en el Perú de los años diez también se estaba tramando una era de «revolución social agraria», con un enérgico llamado a «la redención social del indio» (o de los pueblos indígenas, en el vocabulario políticamente correcto actual). Este es el foco del nuevo libro de Carlos Arroyo Reyes, Nuestros años diez. La Asociación Pro-Indígena, el levantamiento de Rumi Maqui y el incaísmo modernista (Buenos Aires, Libros en Red, 2005), que enfoca tres aspectos de él: (1) la organización y el desarrollo de la Asociación Pro-Indígena, con especial atención en el rol de Pedro S. Zulen; (2) la sublevación indígena encabezada por Rumi Maqui Ccori Zoncco; y (3) los esfuerzos de Abraham Valdelomar para desarrollar una forma de «incaísmo modernista». El libro evita la jerga barroca de mucha investigación postmodernista y, en cambio, presenta una prosa que es clara, directa y, en algunos pasajes, muy elegante.

Arroyo Reyes, periodista peruano residente en Suecia, estudió Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad de San Marcos; el libro refleja su trayectoria. Nuestros años diez no se basa en la investigación de archivos o incontables documentos primarios sino preponderantemente en lecturas de El Deber Pro-Indígena, la publicación periódica de la Asociación Pro-Indígena, así como en fuentes secundarias. Es así que se lee como una biografía institucional de la Asociación Pro-Indígena, una biografía personal de determinados personajes históricos vinculados a la asociación, y un estudio literario de las corrientes intelectuales y culturales en el Perú de la década de 1910: el indigenismo temprano, el modernismo, el incaísmo, y todo lo demás. En referencia a la búsqueda del incaísmo del propio Valdelomar, el autor se refiere también a la investigación de Leandro Alviña sobre la música incaica, a la composición de la ópera Ollanta de José María Valle Riestra (basado en Ollantay, drama en lengua quechua de fines del siglo dieciocho) y al trabajo de Daniel Alomía Robles sobre ópera y canto. Arroyo Reyes ubica el interés de Valdelomar por el incaísmo precisamente en 1910 cuando fue a ver la ópera Illa Cori (Corazón de Luna).

El detallado análisis y la narrativa de los sucesos por parte del autor y las interconexiones entre los músicos, escritores, intelectuales y activistas dan lugar a preguntas y problemas generales que, desafortunadamente, no son exploradas. Por ejemplo, el libro señala claras líneas de comunicación entre anarquismo e indigenismo, indigenismo y socialismo, entre el reformismo de 1908-9 (durante la primera crisis del Civilismo) y lo que devino más desarrollado durante la década de 1910. En una conferencia en 1918, patrocinada por la Asociación Obrera en Jauja, Zulen (quien estudió Filosofía y Psicología en la Universidad de Harvard) propuso el socialismo como una solución a los problemas sociales de los trabajadores, artesanos y campesinos. Esto sugiere los múltiples orígenes del socialismo en Perú, que es un ángulo que ha recibido poca atención ya que la mayoría de los estudios se han focalizado casi exclusivamente en José Carlos Mariátegui.

Cuando miramos a la delegación peruana que asistió al Primer Congreso Internacional de la Mujer, realizado en Buenos Aires en 1910, también podemos ver las conexiones entre el indigenismo y el feminismo: Dora Mayer, la principal delegada peruana, fue una importante dirigente dentro de la Asociación Pro-Indígena.

Arroyo Reyes también da menos importancia al papel de los intelectuales de la clase alta, como Óscar Miró Quesada, Víctor Andrés Belaúnde y José de la Riva Agüero, en las actividades de la Asociación Pro-Indígena y no presta mucha atención al reformismo de una generación más joven dentro de la oligarquía peruana. El libro no menciona, por ejemplo, la fluida comunicación entre Riva Agüero y Luis E. Valcárcel. Lamentablemente, los violentos sueños juveniles de esta generación de intelectuales conservadores y elitistas prácticamente desaparecieron en la década de 1920, cuando Riva Agüero y otros, para reforzar los valores católicos y tradicionales, siguieron a Mussolini y el fascismo italiano y abandonaron su anterior identificación con la reforma social y al «rejuvenecimiento» del Perú.

La presentación mayormente narrativa que Arroyo Reyes hace de la rebelión de Rumi Maqui Ccori Zoncco (Puño de Piedra, Corazón de Oro, en quechua) y el bosquejo biográfico sobre Teodomiro Gutiérrez Cueva (Rumi Maqui) repite investigaciones anteriores y se basa fuertemente en los dos trabajos de Augusto Ramos Zambrano sobre el indigenismo de Puno y los movimientos campesinos en Azángaro y Ezequiel Urviola. El autor hace una mención breve de los movimientos «milenarios» andinos, todavía dentro del marco de los estudios de Alberto Flores Galindo y Manuel Burga acerca de la criticada idea de una utopía andina. En esta presentación, lo más impresionante es la brutal represión que los grandes terratenientes y gamonales organizaron contra los rebeldes, tanto durante como después. Cientos de campesinos indígenas andinos fueron cazados y asesinados por los ejércitos privados armados de los terratenientes (compuestos ellos mismos por campesinos). Soratira fue saqueada e incendiada y el dirigente indígena Eugenio Chino Apaza fue asesinado sin remordimiento, en tanto que Turpo, un importante dirigente, fue atado a dos caballos y arrastrado por el suelo a lo largo de dos millas, de tal manera que «fragmentos de su cabeza y de sus intestinos quedaron pegados a las rocas». Esto trae al recuerdo la Guatemala de las décadas de 1970 y 1980 y los horrores de la represión que los militares guatemaltecos, con el consentimiento del gobierno norteamericano, llevaron a cabo contra los campesinos mayas.

El libro de Arroyo Reyes entrega suficiente información como para dar sostén a un importante argumento que no alcanza a elaborar. Desde 1907, los movimientos de la reforma universitaria han puesto a los estudiantes universitarios peruanos (particularmente en la Universidad de San Agustín pero posteriormente en Cuzco y Lima) en condiciones de construir instituciones más democráticas, mientras que la tradición universitaria autoritaria en países como los Estados Unidos ha excluido tanto a estudiantes como a docentes de la toma real de decisiones y, en cambio, ha mantenido el poder en manos de los administradores, más aún ahora que antes. En el Perú, como en Argentina, los estudiantes desarrollaron derechos de cogobierno con docentes y administradores, y un tercio del Consejo Superior universitario en la mayoría de las universidades ha estado y está compuesto por representantes estudiantiles. La participación de estudiantes de clase media en el movimiento de la reforma universitaria en Perú interactuó con el indigenismo y la Asociación Pro-Indígena, la rebelión campesina en Puno comandada por el oficial de ejército y reformador de gobierno Teodomiro Gutiérrez Cueva «Rumi Maqui», y las obras literarias del autor cosmopolita Abraham Valdelomar reflejaron la búsqueda de un Inca modernista.

(Publicado originalmente en inglés en la revista Hispanic American Historical Review, Volumen 87, N° 1, febrero de 2007, págs. 203-205)

19.11.07

Los apremios del poeta Eguren

Viendo sus amigos que [José María] Eguren se debatía en la pobreza, y conociendo la invencible delicadeza del poeta, imaginaron un medio para ayudarlo económicamente. Isajara [Isabel Ramos Bodero] no quiere que este aspecto llegue a las letras de molde pero el cronista, seguro de que con ello no se hace daño a nadie, ni a la memoria del poeta ni a la reputación de los que fueron verdaderos amigos suyos, no puede vencer esa indiscreción que es superior a la promesa, por el hecho de llevar en sí rasgos positivos. Dos o tres amigos convinieron en decirle a Eguren que sus acuarelas habían gustado muchísimo a un señor que solía hacer viajes frecuentes a Nueva York, quien había solicitado algunas para exhibirlas o venderlas en aquella metrópoli. Cuando Eguren escuchó de boca de Isajara tan excelente noticia, permaneció confuso e incrédulo, sobre todo al saber de que sus acuarelas iban a ser compradas al contado. ¡Todo había pensado Eguren, menos que sus pinturas podían ser materia de especulación artística y económica en Nueva York! Mas como las seguridades que se le dieron fueron tan concretas, el ingenio socarrón jamás sospechó que otros le iban a sacarronear generosísimamente. Y se puso a trabajar. Esto ocurrió allá por los años 30 o 32, antes de que sobre el espíritu del poeta cayera una tremenda desilusión que había de paralizarlo posteriormente, y hasta el fin, en casi todas sus actividades aleatorias, y aún en las que se relacionaban con su poesía misma. Solía llevar el poeta a casa de sus amigos sus pequeñas acuarelas debajo de las cuales firmaba con Joesem, por las que les pagaban cantidades que le permitían cubrir las más imperiosas necesidades de su casa, porque Eguren tenía dos o más personas por quienes responder. Estas transacciones se llevaban a cabo con discreción y regularidad, pues el señor de Nueva York venía a Lima con cierta periodicidad. Como todo artista, Eguren era susceptible a las caricias de la Fama, quizás si más todavía que a las de Creso. La inocente y generosa comedia se desenvolvía sin tropiezos, para alegría de unos y otros, porque todos recibían contento con la trama. Mas un día, Enrique Bustamante y Ballivián, íntimo amigo y admirador de Eguren, al descubrir lo que se desarrollaba detrás de la tramoya, le relevó a su amigo el juego."¿Pero José María —le dijo—, como crees que tus acuarelas pueden ser exhibidas en Nueva York? … ¡Estas son cosas de Isabelita!". Eguren se quedó de una pieza y sin esperar más fuese volando a la Casa Columbia. Al saber Isajara el motivo de la visita de Eguren, se quedó a su vez de una pieza, sobre todo al tener conciencia de que la revelación hecha por Enrique tenía autoridad suprema. Pero Isajara reaccionó rapidísima e inteligentemente. "¡Este Enrique es de lo más curioso! ¡Qué cosas las que quiere hacerte consentir él! Y para que te convenzas, te voy a presentar al señor Durán que es la persona que se interesa por tus acuarelas, y que debe llegar uno de estos días". Y en efecto, llegó el señor Durán, a quien hubo que confiarle el sentido de la comedia, recomendándole que se mostrara lo más parco en palabras porque Eguren era sutil. Tenía el pálpito de los inocentes. Y Durán desempeño su papel, a maravilla, como un verdadero "marchand de tableaux". Ese fue el acto más conmovedor de la comedia, en el que el personaje principal recupera la fe perdida, no sin antes haber caminado por el borde de un precipicio.

(Ernesto More: Huellas Humanas,
Lima, Editorial, San Marcos, 1954, págs. 115-117)

17.11.07

Encuentro de escritores peruanos

VI ENCUENTRO NACIONAL DE ESCRITORES MANUEL BAQUERIZO

Lima, 21 al 24 de Noviembre del 2007
Local: Centro Cultural de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos
(Refectorio 2 y Sala de Recepciones)

Miércoles 21 de noviembre

10:00-19:00: Inscripción ininterrumpida de participantes
19:00: Inauguración del VI Encuentro

Programa

1-Intervención de Jorge Luis Roncal,
Presidente del comité directivo Nacional del Gremio de Escritores.
2-Intervención en representación de Federico García,
Director del Centro cultural de la UNMSM.
3-Intermedio musical. Recital de guitarra peruana.
4-Inauguración del Encuentro por parte de dos miembros del Grupo Narración:
Intervención de Roberto Reyes Tarazona y Oswaldo Reynoso.
5-Final de fiesta: Sikuri del Conjunto Folklórico de la Asociación Brisas del Titicaca.

Jueves 22 de noviembre


MESA 1
LITERATURA, IDENTIDAD Y CULTURA POPULAR
(9:45-11:30) Sala de Recepciones

Martín Fierro Zapata
Técnicas y estrategias en el desarrollo de la oralidad literaria

Danilo Sanchez Lihon
Literatura e identidad

Jorge Flores Aybar
El rol de la literatura en la construcción de nacionalidades

Arturo Caballero
La democracia liberal, el “arequipazo” y el rol de los intelectuales en el Perú

Rosa Carrasco
Literatura, identidad y cultura popular

Jorge Luis Roncal
Vida y milagros del libro en el Perú

Feliciano Padilla
Enfoque cultural de la literatura peruana

Javier Garvich
Canon literario, consumidores e imaginario popular. Mapa de los lectores peruanos

MESA 2
LITERATURA, POLÍTICA Y DERECHOS HUMANOS
(11:45-13:30) Sala de Recepciones

Carlos Valencia
Poesía antes del atentado a las Torres Gemelas

Nueva Crónica
La narrativa de la guerra. Apuntes iniciales

Rosa Carbonell
Literatura marginal. Una aproximación a la obra de Elena Iparraguirre

Francisco León
Historia de la literatura política en el Perú: El Sexto

Mary Soto
Prometeo, el fuego que resiste y alienta. Resistencias poético-culturales al poder hegemónico

Gonzalo Portals
La cárcel como ámbito letrado

MESA 3A
REVISIÓN CRÍTICA DE LA LITERATURA PERUANA CONTEMPORÁNEA
(9:45- 11:30) Refectorio 2

Juan Luis Cáceres Monroy
Característica de la narrativa andina

Javier Morales Mena
Hospitalidad para el duelo y la memoria. Sobre la poesía de Juan Ojeda

Néstor Espinoza
Literatura andina: Una visión desde dentro
Raúl Jurado
Del indigenismo al bricherismo

Alex Morillo
Revisión de las categorías de la crítica literaria: Subdesarrollada, híbrida, periférica

MESA 3B
REVISIÓN CRÍTICA DE LA LITERATURA CONTEMPORÁNEA
(11:45-13:30) Refectorio 2

Movimiento de Escritores clasistas (MEC)
Pertinencia del concepto de generación en los estudios literarios

Moisés Sánchez Franco
La representación del sujeto juvenil drogado en el relato “En el carretón” de Clemente Palma

Eliana Pérez Orozco
La narrativa andina y Rosa cuchillo de Oscar Colchado Lucio

Jose Luis Ayala
Defensa de la cronivela

Dorian Espezúa
De pontífices y santones en la crítica literaria peruana

Viernes 23 de noviembre

MESA 4 A
MODERNIDAD, RETOS Y DESAFÍOS DE LAS LITERATURAS REGIONALES EN EL PERÚ
(9:45-11:30) Sala de Recepciones

José Paniagua Núñez
La poesía puneña en la literatura peruana

Rolando Mandujano
Literatura Yanesha

Helmer Ttutos
Poesía Yanesha en Villarrica

Samuel Cavero
El gran mosaico ayacuchano

Diomedes Morales Salazar
El soneto contumacino

Carlos Sánchez
Tendencias en la literatura del Sur

MESA 4 B
MODERNIDAD, RETOS Y DESAFÍOS EN LAS LITERATURAS REGIONALES EN EL PERÚ
(11:45-13:30) Sala de Recepciones

Armando Arteaga
Florencio de la Sierra y el indigenismo poético piurano

Ricardo Ayllón
Validez de las literaturas regionales: El caso de Chimbote

Bernardo Rafael Álvarez
Cultura de Pallasca: de Diego María a Santos Villa, una historia de metáforas y acordes

Alejandro Melgar
Producción literaria y cultural de Coracora-Parinacochas. Una aproximación

Ricardo Virhuez
La literatura huanuqueña contemporánea

MESA 5
LITERATURA ESCRITA POR MUJERES Y LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL
(9:45-12:00) Refectorio 2

Henry Rivas
Feminismo y feminismos

Ana María Intili
Una aproximación a la narrativa de Zelideth Chávez

Tito Cáceres
Entre la escritora y la neblina: Flora Tristán

Zelideth Chávez
El mundo andino en Ximena de dos Caminos de Laura Riesco

Oscar Enrique Espinar La Torre
La motivación histórica en la literatura infantil y juvenil

Blanca Guardia Morales
Olvido de la literatura para jóvenes

Gladys Flores
¿Podemos saber lo que significa la literatura para niños?

Gonzalo Espino
Texto escolar y literatura

Berta Luna Revoredo
Literatura infantil y educación

MESA 6
LITERATURA AFROPERUANA: AFIRMACIONES Y APROXIMACIONES
(12:15- 13:45) Refectorio 2

Milagros Carazas
Voces afroperuanas: Testimonios e identidad

Eliana Vázquez Colichón
Apuntes para un panorama de la poesía afroperuana contemporánea

Mbare Ngom
Un discurso emergente en la literatura transafricana en el Perú

Rosa María Bedoya
Medios de comunicación e imaginario afroperuano

JORNADAS VESPERTINAS

-Los días jueves 22 y viernes 23 tendremos presentaciones de libros (15:30-17:45) y lecturas de poesía y narrativa hecha por sus autores (18:00-19:45).
-Más de cuarenta presentaciones de libros, revistas y plaquetas.
-Casi setenta poetas y narradores recitando su obra

ACTOS ESTELARES

Jueves 22: 20:00
Sala de Recepciones
Marco Martos recita su poesía

Acto cultural: Noche de Decimistas

Viernes 23 20:00
Sala de Recepciones
Conferencia magistral de Feliciano Padilla sobre la evolución actual de la literatura peruana

Acto cultural: Noche Afroperuana de literatura y música.

Sábado 24 de noviembre

JORNADA FINAL

9:30 POR UNA LITERATURA DEMOCRÁTICA. HOMENAJES

Cien años de Julián Huanay
Miguel Arribasplata y Jorge Luis Roncal

Sobre Luís Estuardo Núñez
Cesar Angeles Caballero

Vigencia de Mario Baquerizo
Carlos Eduardo Zavaleta

11:30 Plenaria del Encuentro

-Presentación de la memoria anual del Gremio de Escritores del Perú (GEP)
-Elección del nuevo Comité Directivo Nacional del GEP
-Presentación del informe general del Comité Organizador del VI Encuentro.
-Candidaturas y elección de la sede del próximo Encuentro Baquerizo

13:30 Clausura del evento y almuerzo de confraternidad

15.11.07

Mariátegui en clave musical

En el libro Mariátegui y la música de su tiempo: Cuatro ensayos históricos sobre la influencia musical en el Amauta (Lima, Editorial San Marcos, 2007), Ernesto Toledo Brückmann analiza el acercamiento de José Carlos Mariátegui (1894-1930) hacia las manifestaciones musicales de su época, rompiendo con la sobrevaloración y mitificación de su imagen.

“Aficiones musicales en su ‘edad de piedra’” titula el primer ensayo de este original libro, que hace un paralelo entre el contexto político en su adolescencia y la vorágine musical en la Lima de inicios del siglo XX, donde los ritmos europeos atraían a un Juan Croniqueur testigo de zarzuelas, operetas, valses vieneses y un acervo nacional poco valorado.

En “Experiencia musical en Europa” veremos que el arte contribuyó al desarrollo de su sensibilidad, pero también que la música no estuvo entre sus prioridades; en medio de la complejidad coyuntural del viejo continente, Italia y Francia moldearán sus sentidos musicales y la Alemania de Richard Wagner definirá finalmente su carácter.

La consolidación del indigenismo musical se ve plasmada en “La música en la revista 'Amauta'”, que analiza todo los escritos musicales de Mariátegui y los intelectuales que intervinieron en la mencionada publicación. Adjuntamos la relación de discos pertenecientes al Amauta y que evidencia sus preferencias musicales.

Finalmente, “El criollismo musical de Mariátegui” descubrirá que la cultura musical criolla no estuvo entre sus prioridades. Analizaremos sus encuentros con Felipe Pinglo Alva, que cantó a los personajes marginados de la sociedad, contemporánea al Amauta.

También se analiza cronológicamente, artículos periodísticos que mencionan total o parcialmente a artistas, canciones y ritmos del momento. Al final del libro se adjunta bibliografía, glosario con terminologías, gentilicios y referencias geográficas utilizadas, así como una tabla cronológica comparativa que hace un paralelo, entre su vida y los principales acontecimientos musicales ocurridos en el Perú y el mundo.

Finalmente, será el lector quien asuma si el profundo amor de Mariátegui al Perú se vio reflejado en la valoración de la música nacional, si su condición de marxista influenció en su afición, si su impedimento físico condicionó sus gustos artísticos y si el calificativo de eurocentrista, dado por sus principales críticos, tuvo argumento.

14.11.07

Alberto Flores Galindo en la BNP

Un homenaje, que incluye la proyección de un documental sobre su trayectoria académica, recibirá el historiador y pensador peruano Alberto Flores Galindo en el marco del coloquio “Lo cholo en el Perú” a realizarse en el auditorio de la Biblioteca Nacional del Perú (BNP), Av. De la Poesía 160, San Borja.

El evento, se iniciará el jueves 15, a las 19:00 horas, con la mesa “El amigo, el estudiante y ciudadano: Alberto Flores Galindo”. La socióloga Marfil Francke, el comunicador José María Salcedo, el historiador Antonio Zapata y el dibujante Juan Acevedo, contarán sus experiencias personales con Galindo en la década del 70. Este mismo día se inaugurará una exposición fotográfica, bibliográfica y de objetos personales del desaparecido intelectual.

El homenaje continuará el martes 20, a las 19:00 horas, con el tema “Buscando un Inca: el legado de Tito Flores Galindo”. Los sociólogos Manuel Burga y Rafael Tapia, así como el filósofo José Carlos Ballón y el psicoanalista Max Hernández, analizarán la importancia de Buscando un Inca, uno de los textos cumbres de Flores Galindo, publicado en 1986 y cuyo quinto volumen de la colección acaba de editarse.

Finalmente, el martes 27 en la Sala de Usos Múltiples (SUM), a las 19:00, el crítico de arte y cofundador de Sur Casa de Estudios del Socialismo, Gustavo Buntinx, el sociólogo Gonzalo Portocarrero, la antropóloga Cecilia Rivera y el historiador doctor José Ignacio López Soria formarán la mesa “Editorial Sur / proyecto autogestionario”. En esa mesa se reflexionará sobre la importancia de dicho proyecto editorial fundado hace décadas por Flores Galindo.

Como eventos complementarios, en la Sala de Usos Múltiples de la BNP, el viernes 16 de noviembre se realizará el conversatorio “Narrativa de la violencia”, donde los escritores Félix Huamán Roberto Reyes Tarazona, Julián Pérez y Zein Zorrilla, y el crítico Victor Quiroz reflexionarán sobre la literatura de la guerra interna, sus estilos y propuestas. El jueves 22, a las 19.00 horas sobre “Identidad y mestizaje en la plástica”, reflexionarán los estudiosos Ricardo Falla, Marco Ramos, Julio Mansilla, Luis Tokuda y César Ramos. Ellos debatirán sobre la nueva estética popular en el arte y su relación con la iconografía popular.

Como parte de este evento, el jueves 29 a las 19:00 se proyectará un video sobre la vida de Alberto Flores Galindo y un avance de la película Ashaninka, de José María Salcedo. Como cierre, el viernes 30 a las 19.00 hrs. se presentará el cortometraje A mi hermano (César Vallejo), y la película Good Bye Pachacútec, del director Federico Gabriel García.

13.11.07

Domingo Martínez Luján

Entre mil novecientos once y mil novecientos doce, La Opinión Nacional, el elegante diario de don Andrés Avelino Aramburú tenía sus oficinas y sus talleres en la calle del Correo, en la zona que hoy ocupa la sección apartados. Todavía no habían llegado a esos talleres los linotipos. Entiento que La Prensa y El Comercio ya los tenían. En La Opinión Nacional, el chivalete seguía siendo rey. Colaborábamos, regularmente Roberto Badhan, Abraham Valdelomar, Félix del Valle, yo y quizá alguien más que se me escapa. A mi cargo estaba la sección "Alrededor de la crónica". Domingo Martínez Luján era de los visitantes habituales; pero no era, no podía ser, colaborador regular. ¿Qué regularidad podía esperarse de Domingo? Pocas veces un hombre ha sido tan dura y trágicamente víctima de los filisteos y de los fariseos, como el pobre Domingo, quizá el primero de nuestros líricos románticos; más grande, sin duda, que ese tambor mayor que fue José Santos Chocano. Pero Chocano era un hombre y un aventurero. Un conocedor de la vida y todos sus recovecos. Domingo era niño, un colegial con vocación de eremita e ignoraba completamente las cosas del mundo. El alcohol lo aprisionó inexorablemente. Y cuando se dio cuenta de que las terribles garras del veneno ya no iban a soltarlo, se limitó a cantar esa alegre elegía que empieza diciendo: "mientras lloren las viñas, yo beberé sus lágrimas". Estos versos salvan a un poeta y consolidan una gloria y una fama. Domingo vivió y murió como un niño mendigo. Nadie supo lo que el Perú tenía mientras Domingo vivió. Nadie supo lo que el Perú había perdido cuando murió Domingo. Dejó una obra trunca y vaga en la que el genio es un relámpago. No le fueron conocidas la piedad y la ternura. Nadie se las brindó.

(Federico More: Andanzas,
Lima, Editorial Navarrete, 1989, pág. 52)

BRINDIS

(Poema de Domingo Martínez Luján)

Dame la lira,
esa que es anacreóntica que pasa;
pero que tiene distensión de nervios
que emiten notas que parecen almas;
dame esa lira
que cantar quiero y en mi vaso escancia
el vino rojo que parece sangre
y mientras canto y bebo, bebe y baila.

Venga la musa
a refrescar un cráneo con sus alas;
no la que en medio al popular tumulto
imita a Orfeo si su numen canta,
sino la musa de mirar lascivo,
de seno eréctil y flotante falda
que en el festín de los paganos dioses
aloja el néctar en las copas áureas.

Y viva el vino
que hace soñar con desnudeces de hadas;
con rostros de doncellas que suspiran
por mancebos que mueren sin besarlas;
y viva el vino porque el vino tiene
notas, latidos, pensamientos y alas...

Mientras lloren las viñas,
yo beberé sus lágrimas.

11.11.07

La regla de oro de Norman Mailer

Norman Mailer, su mujer, Norris Church Mailer, y el hijo de ambos, John Buffalo.

Tengo una regla inalterable para la escritura, y se la pasé a [mi hijo] John. Pase lo que pase, uno tiene que seguir escribiendo. Hay que hacer un pacto con el propio inconsciente, comprometiéndose a escribir todos los días. John ha encontrado su propia voz. Trabaja más rápido que yo, y ésa es la marca del buen dramaturgo. Yo he estado escribiendo durante 65 años, pero él me ha superado como dramaturgo y guionista cinematográfico. Yo tengo talento para el diálogo, pero el de John es enorme. Tiene oído para captar la manera en que habla la gente, así como hay gente que tiene oído para la música. Aprende rápido y no le interesan las críticas que puedan herir su vanidad. He sido muy duro con él. Casi todos los escritores, especialmente los jóvenes, son demasiado delicados y se resienten con las críticas. Pero con John nunca ha ocurrido eso.

El libro que escribimos juntos –The Big Empty [El gran vacío], un diálogo entre dos generaciones–, fue idea suya. Yo estaba en contra de escribirlo porque pensé que a la gente no le interesaría. No lo habría hecho de no estar tan cerca de John y tan cómodo trabajando con él. Yo corregí y él corrigió, pero yo era el que estaba al mando. Lo escribimos en Provincetown, en Cape Cod, un lugar que visité por primera vez hace 60 años. Ahora paso allí la mayoría del tiempo. El aire de Provincetown es mejor que el de Nueva York. A mi edad, uno empieza a tomar en cuenta la respiración.

El libro no cambiará la historia del mundo, pero hacerlo me gustó más de lo que pensaba. Mi generación vivió durante la Depresión y la Segunda Guerra Mundial. Fueron hitos en nuestras vidas que nos dieron cosas en común.

La generación de John carece de esos hitos, así que yo diría que vive con una extraña sensación de amenaza y una ansiedad constante. Someter a juicio a Saddam Hussein no es lo mismo que luchar contra Hitler.

El éxito que tuve a los 25 años es completamente opuesto al que John está experimentando ahora. Todavía no ha pasado por ese gran avance. Cuando se publicó mi primer libro, Los desnudos y los muertos, para mí fue como si hubiera salido disparado de un cañón. Mi vida cambió de un día para el otro. Estaba en París, en la Sorbona, con la que era mi esposa entonces, Beatrice, y con mi hermana. Fui a la oficina de American Express y leí el titular de un periódico que decía que mi libro era un best seller. Fue un enorme shock y algo maravilloso de ver. De cualquier manera me había convertido en una celebridad.

Todo lo que deseo para John es que su optimismo no se frustre. Soy suficientemente vanidoso como para no quedarme sin dormir por la posibilidad de que algún día la gente se refiera a mí como el padre de John Mailer, en vez de calificarlo a él como el hijo de Norman Mailer.

(Del artículo “Dialogo a dos voces”, publicado originalmente en La Nación,
Buenos Aires, 14 de enero de 2007)

9.11.07

Ricardo Peña Barrenechea

Escribe
Carlos Arroyo Reyes


Autor de algunos poemarios realmente notables, Ricardo Peña Barrenechea (1896-1939) corrió casi la misma suerte que mu­chos de los brillantes poetas de la generación peruana de 1930 y acabó transformándose en una especie de autor de culto, que es muy apreciado por la crítica literaria y los poetas en general, pero, la­mentablemente, no es muy conocido por los lectores comunes y co­rrientes y el público en general. La explicación de este fenómeno posiblemente tiene mucho que ver con un problema más complejo y que no viene al caso discutir aquí, como es la suerte de la poesía en el Perú, y con la misma biografía breve pero vital de este vate que es considerado —para usar las mismas palabras de Luis Fabio Xammar— como el lírico más fecundo de la poesía perua­na (1).

Si algo puede decirse sobre el periplo vital de Peña Barrenechea es que fue un poeta fino, sensible y exigente hasta más no poder. Tuvo un debut poco alentador con la publicación de su primer poe­mario, Floración (1924), donde todavía aparecía como un cultor de un modernismo artificioso y sentimental. Más tarde, sin embargo, supo ponerse a tono con su época y pudo asimilar fructífe­ramente las nuevas tendencias poéticas, tanto de las escuelas vanguardistas pro­piamente dichas como de «la vuelta al orden» o el «post vanguardis­mo» de la generación española del 27. El fruto maduro de esta espe­cie de proceso de aprendizaje artístico fue Eclipse de una tarde gon­gorina y Burla de don Luis de Góngora (1932), donde ya asoma como un vate con un lenguaje poético al­tamente depurado y contemporá­neo que sabe ocultarse tras los símbolos, se deja absorber por las fuerzas ocultas de la Naturaleza y hasta puede orientarse, con feroci­dad casi animal, hacia su pro­pio subconsciente.

Al poco tiempo, vendría su tercer libro de poemas, Discurso de los amantes que vuelven (1934), que muchos críticos han calificado, con acierto, como una verdadera obra maestra. Se trata de una colección de siete romances de perfecta factura, donde, mediante la pureza del lenguaje, el voca­blo escogido, la emotividad y musicalidad del verso, la delicadeza y el uso de colores matizados, logra expresar una ver­dadera efusión de sentimientos, recuerdos y presentimientos que tenían que ver con los mil sucesos de su vida cotidiana y, sobre todo, con las cosas que lo alejaban del mundo sensible del color y las sen­saciones. Al respecto, el poeta y crítico Ricardo Silva-Santisteban ha escrito que aquí, al intentar una forma añeja y tradicional, con la materia de una temática moder­na, Peña Barrenechea logró renovar para los peruanos, como ya lo había hecho unos años antes Federico García Lorca para su España natal, la forma clásica y popular del romance (2). Otro tanto se puede decir del último poemario que Peña Barrenechea llegó a publicar, Romancero de las sierras (1938), donde, por medio del romance y un espontáneo lirismo, logra mos­trar una sierra llena de paisajes de encantamiento, lejanos, leves e ingrávidos, que parecen brotar más del cogollo de su corazón que de la tierra misma. Así, en esta verdadera lucha por superarse de libro en libro y al­canzar la inasible meta de la perfección estética, Peña Barrenechea acabó pergeñando una obra poética tan original como bella, que se caracteriza, entre otras importantes cuestiones, por su in­clinación por el romance y el lirismo intenso y acendra­do.

Pero, aparte de escribir poesía, Peña Barrenechea se dio tiempo para confeccionar obras dramáticas de gran aliento lírico, como Ban­dolero Niño (1935), que forma parte del ciclo de su deno­minado «teatro de color» y se inspira, por cierto, en la vida de un personaje que hasta ahora sigue inquietando la vigilia de un buen grupo de narradores peruanos: el famoso bandolero social Luis Pardo. Por úl­timo, al igual que otros vates peruanos, como José María Eguren, César Moro o Jorge Eduardo Eielson, Peña Barrenechea también incursionó en el terreno de la pintura y hasta participó en una exposi­ción que tuvo lugar en la ciudad de Valparaíso, Chile, a fines de 1935.

Por todas estas razones, cuando aún vivía y recién acababa de publicar su Eclipse de una tarde gongorina y Burla de don Luis de Góngora, Peña Barrenechea concitó la fina atención de varios ensa­yistas, entre los que se encontraba el mexicano Alfonso Reyes, quien, aparte de poeta y críti­co, era un gran conocedor de la obra de Gón­gora (3). Más tarde, después de su temprana e inespera­da muerte, la fama de Peña Barrenechea se incrementó todavía más, gracias, antes que nada, a los recuerdos, testimonios, homenajes y ensayos que le dedicaron los poetas tanto de su tiempo como de otras generaciones. Así, uno de estos vates, Martín Adán, dolido aún por la desaparición del autor de Discurso de los amantes que vuelven, escribió lo si­guiente: «Ricardo Peña es, en nuestra literatura, una figura ejemplar, así por austera y generosa. Su poesía, que nunca se apartó de estre­chos caminos de perfección, mantuvo en su largo discurso, sin decaimiento y sin apuro, la ternura de la primera despedida y la espe­ranza de la llegada gozosa. Poeta, verdadero y grande poeta, pudo ser versificador para solo representar y aquilatar su poesía. Desdeñó sin arrogancia lo que no servía a su destino: nunca cesó en ello. Po­cos en el Perú han servido su personalidad propia con tanta abnega­ción, esmero y gracia. Fue ingenuo y fue artista: fue humanísimo y fue exquisito. Y le fue concedido por divino premio el ser de su más honda persona en la más noble forma. Re­cordémosle, no como se recuerda al que plació en su día sino al que en vida y obra, y por la sola virtud, nos obliga a que le imitemos» (4).

Además, como si no bastara con lo anterior, Peña Barrenechea también fue objeto de diversas tesis universitarias. La primera de ellas fue la que en 1947, con el título de Ricardo Peña Barrene­chea, sustentó el recordado Francisco Carrillo en la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Varios lustros después, un joven estudiante de la Pontificia Universidad Ca­tólica del Perú, Ricardo González Vigil, que con el tiempo se haría muy conocido en el campo de la enseñanza y la crítica literaria, sustentaría otras dos nuevas tesis universitarias acerca de nuestro ilustre poeta: Ricardo Peña y su elogio burlesco de Góngora (1973) y Forma e indeterminación en «Eclipse de una tarde gongorina» (Manierismo y modernidad de Ri­cardo Peña Barrenechea) (1974).

Pero, mientras la fama de Peña Barrenechea se acrecentaba de manera notable, sus poemarios se volvieron prácticamente lujos de bibliotecas y archivos privados, pues a nadie se le ocurrió hacer una nueva edición de los mismos ni tomarse el trabajo de reunir y publi­car su obra inédita. En este caso, la excepción a la regla fue Luis Fabio Xammar, quien, desde un primer momento, se encargó de difundir la obra inédita que Peña Barrenechea había dejado. Así, a fines de 1939, Xammar reprodujo dos poemas inéditos de Peña Ba­rrenechea en el Mercurio Peruano y Social y, además, convenció a los editores de la revista 3 para que incluyesen en sus páginas la obra dra­mática Bandolero Niño. Más tarde, en 1943, Xammar también tuvo mucho que ver con la edición póstuma del poemario Cántico lineal que, conjuntamente con Lucimiento y desvelo y Eco de la luz, salió bajo el sello de Ediciones de la revista Signo. Aparte de Xammar, se puede mencionar tam­bién a Francisco Carrillo, quien, en su citada tesis universitaria de 1947, ofreció algunos poemas inéditos como «Romance de mi soledad y de mi vida» o «Saya y manto, II», que formaba parte de Colonial, un poemario que Peña Barrenechea anunció desde muy temprano pero, al parecer, nunca terminó de escribir. Otro tanto se puede decir de Ricardo González Vigil, quien, a fines de 1982, en el número 22 de la revista Cielo Abierto, reprodujo Eclipse de una tarde gongorina y Burla de don Luis de Góngora. Por último, no se puede dejar de mencionar a Ricardo Silva-Santisteban, quien, además de haber estado detrás de la publicación del poemario Instancia de Angustia, que en sep­tiembre de 1973 apareció en el número 16 de la revista Creación & Crítica, fue el encargado directo de la nueva edición de Bandolero Niño que en 1987 hizo Ediciones Kuntur.

Hoy, sin embargo, ya se puede volver a leer a Peña Barrenechea, pues, por fin, sus poemarios y sus obras dramáticas han sido reuni­dos en los dos magníficos volúmenes de su Obra Poética Com­pleta, que el Rec­torado de la Pontificia Universidad Católica del Perú acaba de publi­car (5). La obra, que forma parte de esa verdadera fiesta de la poesía que es la colección «El Manantial Oculto», abre con un inteli­gente y esclarecedor prólogo escrito por Ricardo Silva-Santiste­ban, quien es el responsable de esta importante edición, y tres textos de Peña Barrenechea que revelan, entre otras cosas interesantes, la noción que éste tenía sobre su propia poesía. Se trata de un valiosí­simo docu­mento de carácter autobiográfico —«Mi poesía»— que apareció de manera póstuma en el diario La Prensa, de Lima, allá por 1941, y de dos breves esquemas o planes para una posible an­tología de su obra que el mismo vate redactó poco antes de morir. Luego viene el cor­pus propia­mente dicho de la obra, que está conformada, antes que nada, por Floración, Eclipse de una tarde gongorina y Burla de don Luis de Góngora, Discurso de los amantes que vuelven y Ro­mancero de las sierras, que son los libros que el mismo Peña Barrenechea llegó a publicar, y El alba en los ojos, Instancia de angustia, Luci­miento y desvelo, Eco de la luz y Cántico lineal, que son los poe­ma­rios que aparecieron en forma póstuma. Además, bajo los títulos de Primeras poesías, Colonial, Gracia y diseño de las horas, Camino de sal, La torre del mar y la higuereta, Gozo y pérdida del cielo, Poemas varios, Canción en prosa para los reyes magos, Visión de la flor de mayo, Romance y can­ciones y Últimos poemas, la obra in­cluye la recopilación de una serie de poemas que andaban per­didos en las diversas publicaciones y revistas donde Peña Barrenechea acostum­braba colaborar y otras composiciones que, por diversos motivos, permanecieron inéditas. Por último, la obra contie­ne tam­bién una sección dedicada a los poemas dramáticos de Peña Barrene­chea, donde, aparte de Bandolero Niño, que ya ha sido publicado en diver­sas oportunidades, se incluyen Canción del atar­decer, Campos de hermosura, Don lobo de la luna verde y El ángel y la tierra, que son piezas tea­trales inéditas.

Ojalá que ahora, que ya tenemos la posibilidad de acceder al conjunto de la obra poética de Peña Barrenechea, su suerte empiece a cambiar y pueda convertirse en un poeta que, además de célebre, sea conocido y, sobre todo, leído, que, al fin y al cabo, es lo que más cuenta.

Notas


(1) Xammar, Luis Fabio: «La poesía de Ricardo Peña», Letras, Nº 24, Lima, primer semestre de 1943, págs. 88-100. Reproducido también como «Prólogo» del libro Cántico lineal (Lima, Ediciones de la revista Signo, 1943), de Ricardo Peña Barrenechea.
(2) Silva-Santisteban, Ricardo: «El inspirado lirismo de Ricardo Peña Barrenechea», en Escrito en el agua, Lima, Editorial Colmillo Blanco, 1989, págs. 262-263.
(3) Reyes, Alfonso: «Para otra antología gongorina», Monterrey, Nº 10, Río de Janeiro, marzo de 1933, pág. 4.
(4) Adán, Martín: «Ricardo Peña», Social, Nº 206, Lima, 20 de septiembre de 1939, pág. 4. Reproducido también en sus Obras en prosa, Lima, Ediciones Edubanco, 1982, pág. 129.
(5) Peña Barrenechea, Ricardo: Obra Poética Completa (Edición, prólogo y notas de Ricardo Silva-Santisteban), Lima, Pontificia Universidad Católica del Perú, Colección El Manantial Oculto, 2005, Tomos I y II, págs. 350 y 324.

(Publicado originalmente en Wayra, Año II, N° 3,
Uppsala, primer semestre de 2006, págs. 85-88)

7.11.07

Los sueños de Chocano

Alojado como [José Santos] Chocano en el Hotel Santa Cruz de la calle de Alcalá, durante mi primera estancia en Madrid, tuve ocasión de vincularme con los literatos y poetas españoles, íntimos amigos y colegas del poeta peruano. Y así conocí yo a Rubén Darío, creándose entre el maestro y su oscuro admirador peruano un vínculo de simpatía que él reflejó en una significativa dedicatoria de Prosas Profanas. Uno de los rasgos geniales de Darío era su bondad y su carácter infantil en contraste con Gómez Carrillo, malicioso, chispeante y lleno de intención, diríase un granuja genial de las letras. Conocí también a Amado Nervo y me sedujo desde entonces su sentido místico y la dulzura de su trato, amistad que debería cultivar de nuevo en Montevideo hasta su muerte. En aquellos animados almuerzos del Hotel Santa Cruz oía a Rubén leer con voz pausada su cordial dedicatoria al nuevo libro de Chocano Alma América: Hay un tropel de potros sobre la pampa inmensa./ ¿Es pan que se incorpora?/ No, es un hombre que piensa…

Chocano, entre broma y serio, hablaba de su futura candidatura a la presidencia de la República, a veces, de la restauración del Incario. En cierta oacasión le preguntó Rubén: ¿Qué me harás, José Santos, cuando seas Emperador? Te haré Virrey de Guatemala, le repuso Chocano.

(Víctor Andrés Belaúnde: Trayectoria y destino. Memorias Completas,
Lima, P. L. Villanueva, 1967, Tomo I, pág. 317)

5.11.07

Los 90 de Leonora Carrington

"Reconocida en el mundo entero como uno de los pilares del surrealismo, Leonora Carrington ya era revolucionaria antes de su encuentro con los surrealistas y su amor por Max Ernst. Muy pronto se dio cuenta de la injusticia del mundo y de la sinrazón de la sociedad en contra de las mujeres. En el convento de monjas debieron darle algunas pruebas de las limitaciones que se les imponen a las niñas y con razón la expulsaron por su rebeldía. Nunca se doblegó, fue siempre una yegua rebelde con crines de fuego, y el propio Max Ernst la bautizó Bride of the wind, "Novia del viento".

"Sensible hasta la exacerbación al encarcelamiento de Ernst, el sufrimiento maduró su obra y ahora es ella quien guía a los hombres y a las mujeres hacia un mundo en que pueden salvarlos los poderes de la mente (y del corazón). En el mundo de la tecnología, Leonora es la primera en temerle a la noche y a las malas vibras, y la primera en crear una atmósfera en que los animales son fuerzas del destino, como los nahuales lo son de los indígenas. Con razón una de las maravillosas esculturas que presenta en el Museo de Isaac Masri se llama: El nahual del mono con su águila en el dedo. A cada uno de nosotros le corresponde un animalito sobre la tierra, un hermano, un ángel de la guarda sin alas aparentes. El suyo es el caballo. Y tiene alas de arcángel.

Gracias a Leonora giramos entre el inconsciente y el mundo de la naturaleza. Gracias a ella, también, México puede ostentar la joya más preciada en la corona del surrealismo, o mejor dicho, la estrella más alta en el alto árbol de quienes quisieron transformar al mundo: los surrealistas".

Así concluye Elena Poniatowska su hermoso artículo "La flor de fuego", que, en homenaje al 90 aniversario del nacimiento de la gran pintora surrealista Leonora Carrington (Chorley, 1917), acaba de publicar en La Jornada Semanal, de México.

3.11.07

Primer libro póstumo de Cortázar

Escribe
Ricardo Bada

En diciembre de 2000 me encontraba en Madrid, en un restaurante vasco, almorzando con uno de los grandes teóricos de la arquitectura contemporánea, el profesor Javier Maderuelo, a quien tuve la suerte de conocer hace ya más de veinte años y desde entonces somos amigos. En sus ratos libres, que son poquísimos y contabilizables con cuentagotas, Javier se dedica a la crítica de arte.

Ese día decembrino me preguntó si continuaba profesando la fe cronopial, es decir, si seguía siendo un fiel y acendrado admirador de la persona y la obra de Julio Cortázar. Que sí, le contesté. "Pues de postre a este almuerzo te voy a dar una sorpresa", me dijo. Y el postre-sorpresa consistió en llevarme a la Galería Sen, en el 43 de la calle del Barquillo, muy cerca de Alcalá y la Cibeles, muy cerca del palacio de Buenavista, donde hice mi servicio militar.

En la Galería Sen, regentada por la caraqueña (mantuana, diría ella) Eugenia Niño, estaban expuestos treinta y cinco ejemplares de un libro muy singular, ya desde el doble título: de izquierda a derecha se titulaba primero La puñalada y luego El tango de la vuelta. Pat Andrea firmaba La puñalada, y Julio Cortázar El tango de la vuelta. Cada uno de esos treinta y cinco ejemplares se abría por la página correspondiente a cada uno de los treinta y cinco dibujos a lápiz, carbón y acuarela de Pat Andrea, un pintor neerlandés que se enamoró de una argentina y del tango (imagino que por este orden) y realizó esos treinta y cinco dibujos teniendo como leitmotiv el tema de la puñalada, tan recurrente en los tangos más reos: y en cierto Borges.

Una vez concluida la serie, Pat Andrea le pidió a su amigo Julio Cortázar un prólogo para el libro que pensaba editar con esos dibujos. Pero Cortázar, en vez de un prólogo, le envió un cuento llamado "El tango de la vuelta", que titulándose simplemente "Tango de vuelta" había aparecido en el volumen Queremos tanto a Glenda (Nueva Imagen, México 1980). Un cuento muy cortazariano. Valga como botón de muestra su comienzo: "Uno se va contando despacito las cosas, imaginándolas al principio a base de Flora o una puerta que se abre o un chico que grita; después esa necesidad barroca de la inteligencia que la lleva a rellenar cualquier hueco hasta completar su perfecta telaraña y pasar a algo nuevo. Pero cómo no decirse que a lo mejor, alguna que otra vez, la telaraña mental se ajusta hilo por hilo a la de la vida, aunque decirlo venga de un puro miedo, porque si no se creyera un poco en eso ya no se podría seguir haciendo frente a las telarañas de afuera. Flora entonces, todo lo que me fue contando de a poco cuando nos juntamos, por supuesto ya no trabajaba en la casa de la señora Matilde (siempre la llamó así aunque ahora no tenía por qué seguir dándole esa seña de respeto, de sirvienta para todo servicio) y a mí me gustaba que me contara recuerdos de su pasado de chinita riojana bajando a la capital con grandes ojos asustados y unos pechitos que al fin y al cabo le iban a valer más en la vida que tanto plumero y buena conducta".

Antes, como epígrafe, hay una cita del poeta quebequense Marcel Bélanger (quien entrevistó a Julio en 1978 para la revista Nuit Blanche ), de su libro o poema Nu et noir: Le hasard meurtrier se dresse au coin de la première rue. Au retour l'heure couteau attend. No resulta aventurado imaginar que esa "hora-cuchillo" que espera a la vuelta, debe haber sido decisiva a la hora de escoger tal epígrafe para un cuento en un libro sobre la puñalada.

Y el libro se compuso y se editó, mas por una serie de razones que no vienen al caso nunca se puso a la venta. Sencillamente se le perdió la pista, y al cabo del tiempo falleció la persona que poseía en depósito los nada más que 240 ejemplares de aquella edición limitada. Una amistad común le habló tiempo después a Eugenia Niño de la existencia de un depósito extraño de nada menos que 240 ejemplares numerados de un mismo libro, y allá que se fue nuestra galerista, a ver de qué se trataba.

El resto ya se lo pueden figurar. Eugenia Niño adquirió la edición íntegra y convenció a Pat Andrea de que colorease cada uno de sus treinta y cinco dibujos en otros tantos ejemplares de la edición. Y esa era la exposición a la que me había llevado Javier Maderuelo, en el número 43 de la madrileña calle del Barquillo.

Luego de que hube admirado aquella maravilla inesperada, la galerista puso en mis manos un ejemplar de los normales, es decir, los no coloreados a mano por Pat Andrea. El núm. 161. Ustedes ni siquiera pueden imaginarse mis encontradas emociones cuando alcancé la última página impresa, la del colofón, en la cual podía leerse lo siguiente: "El presente libro [ ...] se terminó de imprimir el 15 de febrero de 1984 en [ ...] Bruselas".

Una película vertiginosa se proyectó en la pantalla de mi memoria. Julio Cortázar murió el mediodía del domingo 12 de febrero de 1984 y me enteré al rato porque me lo contó al teléfono (desde el mismísimo 9, place du Général Beuret) el malogrado Osvaldo Soriano, a quien llamé luego a mediodía del lunes 13 para saber la hora y el lugar del entierro del Gran Cronopio, y esa misma noche la pasé en blanco a bordo del expreso Moscú-París para llegar a tiempo de estar presente en el cementerio de Montparnasse a mediodía del martes 14. Y resulta que sólo veinticuatro horas más tarde ya se estaba editando en Bruselas, donde Cortázar había nacido casi setenta años antes (el 26 de agosto de 1914), éste que iba de ser el primero de sus libros póstumos. Y es que la vida de Julio Cortázar fue una constante rayuela, una constelación cronopial de la gran flauta, para decirlo mal y pronto.

Aviso desinteresado a los lectores bibliófilos: el 20 de septiembre llamé por teléfono a Madrid, a la galería, estuve platicado con Eugenia Niño, y ella me confirmó que aún quedan a la venta ejemplares del libro, numerados y firmados por Pat Andrea. No se pierdan semejante bocatto di cardinali, cronopios míos. Les doy hasta la dirección e-mail de la galería, por si quieren echarle mano a uno de esos ejemplares: eugenianino@hotmail.com.

(Publicado originalmente en La Jornada Semanal, Nº 659,
México, 21 de octubre de 2007)