28.3.08

Cuando periodismo y literatura se alían

El novelista boliviano Edmundo Paz Soldán acaba de publicar, en el suplemento Babelia, del diario El País (Madrid, 29.03.08), un artículo, “Cuando periodismo y literatura se alían”, que vale la pena leer por las cosas tan interesantes que dice acerca de las buenas relaciones que en América Latina existen entre el periodismo y la literatura, y, sobre todo, por el repaso que hace del prestigio que han ido ganando ciertas revistas latinoamericanas de perfil cultural, entre las que, por cierto, se encuentra una que a nosotros, los peruanos, nos resulta muy conocida y querida: Etiqueta Negra.

Algún día, cuando se escriba la historia literaria de la América Latina de principios de este siglo, se tendrá que reconocer que las grandes innovaciones de la prosa latinoamericana vinieron de la mano de los editores, de los cronistas, de los periodistas, de los escritores de non-fiction. En esa historia por contar se verá el notable papel de algunas revistas: Gatopardo (creada en Colombia, editada hoy en México), la peruana Etiqueta Negra, la colombiana El Malpensante, la chilena The Clinic, la mexicana Letras Libres, la brasileña Piauí, la argentina La Mano.

Una de las características fundamentales de estas revistas es su flexibilidad temática y formal. Si bien Julio Villanueva Chang, director fundador de Etiqueta Negra, menciona que la revista no es periodística ni literaria, lo cierto es que es ambas cosas a la vez; como dice Toño Angulo Daneri, uno de los periodistas de la primera etapa, Etiqueta Negra es "un bastión fundamentalista del periodismo narrativo". Andrés Hoyos, editor de El Malpensante -revista que se mueve cómodamente en el periodismo literario y sus diferentes géneros-, llega a aseverar contundente: "Nos interesan los textos bien escritos sin que importe mucho de qué hablan". Martín Pérez, integrante del consejo de dirección de La Mano, dice de esta revista de "cultura rock": "Aunque parezca que cultura y rock son dos palabras que no se llevan bien juntas..., en Argentina el rock siempre fue entendido como algo más que escuchar música: también tiene que ver con qué libros leer, qué películas ver y toda una forma de mirar el mundo". Letras Libres, por su parte, es una revista más ensayística, más de reflexión.

Estas revistas abrevan en tradiciones locales -Expreso Imaginario, para La Mano; la legendaria Vuelta de Octavio Paz, en el caso de Letras Libres-, pero la tradición anglosajona es sin duda más influyente: Vanity Fair, Mojo, Rolling Stone, Esquire, The New Yorker, Harper's, The New York Review of Books, Prospect. El ejemplo anglosajón aparece en todas partes: en la edición muy cuidada y la amplia extensión de los textos, en la extensa investigación que se hace para escribir las crónicas. El crítico Rafael Gumucio llega a sugerir que si para el boom los escritores norteamericanos importantes eran Faulkner y Hemingway, los que hoy cuentan no son escritores como Jonathan Franzen o David Foster Wallace, sino periodistas-ensayistas-cronistas como Janet Malcolm, Susan Orlean o Jon Lee Anderson. La renovación de la prosa latinoamericana tiene como punto de partida al nuevo periodismo norteamericano.

Mario Jursich, subdirector de El Malpensante, señala que una de las claves de la revista es su espíritu cosmopolita y el rechazo al "espíritu provinciano, sobre todo al considerar el inmenso protagonismo que éste ha tenido en un país de magra cultura como es Colombia". La paradoja de este cosmopolitismo es que los compartimentos estancos en los que se mueve la cultura de América Latina hacen que, en general, estas revistas sólo puedan ser conseguidas en sus respectivos países de publicación (las suscripciones internacionales son prohibitivas de tan caras). Gatopardo es la que más esfuerzos ha hecho por distribuirse en todo el continente: llega a quince países. En cuanto a la internacionalización, la gran mayoría o ha fracasado o ni se lo plantea; Letras Libres es una de las excepciones en este panorama, pues tiene una edición que se publica en España, con artículos y reseñas que no aparecen en la edición mexicana. Letras Libres también coloca toda la edición impresa en su sitio web, y tiene blogs, además de archivos muy completos, incluida toda la colección de Vuelta; lamentablemente, la mayoría de las revistas publica pocos artículos de la edición impresa y no ofrece mucho material propio; hay todavía miedo a que la competencia digital pueda devorar al papel.

Lo normal para estas revistas es tener un tiraje de entre 5.000 a 10.000 ejemplares. La Mano supera los 10.000; El Malpensante llega a casi 20.000, y Letras Libres a 38.000 en sus dos ediciones; Gatopardo es la más vendida: sus tres ediciones (mexicana, andina y pan-regional) llegan a 200.000 ejemplares. Debido al costo del papel, las revistas suelen ser caras y llegan sobre todo a los segmentos de la clase media, media-alta y alta. Esos costos hacen que sea de destacar cuando una revista cultural sobrevive un par de años en América Latina. Lo extraño, sin embargo, es que pese a que no todas estas revistas son comerciales, los anunciantes las apoyan. Daniel Titinger, nuevo director editorial de Etiqueta Negra, cree que lo que apoyan, en el fondo, es la continuidad.

En un continente tan inestable, el gran logro para muchos parece ser persistir, y durar. Los editores de estas revistas, por suerte, no parecen interesados en convertir la continuidad en un fin en sí mismo. Siguen arriesgando cada mes (o cada cuarenta y cinco días, en el caso de El Malpensante), con lo que es casi seguro que en un tiempo no todas seguirán con nosotros. Habrá malas noticias y contratiempos en esta historia, pero lo fundamental es que las bases están construidas para que se pueda hablar ya de una nueva gran tradición latinoamericana.

26.3.08

Historia y cultura de Ayacucho

Acaba de publicarse un libro que en los próximos días seguramente será muy leído y comentado. Se trata de Historia y cultura de Ayacucho (Lima, IEP/ UNICEF Perú, 2008), de Antonio Zapata Velasco, Rolando Rojas Rojas y Nelson Pereyra Chávez. Escrito por docentes de Ayacucho e historiadores del IEP, este libro aplica el conocimiento académico moderno para lograr materiales educativos accesibles, ofreciendo una visión panorámica clara y profunda sobre la historia y la cultura regional. Este volumen es el producto de una valiosa iniciativa conjunta entre el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, UNICEF, y el IEP.

El contenido de este interesante libro, de acuerdo a la nota de prensa que hemos podido ver, es el siguiente: Capítulo I. El territorio: Ubicación y límites: Relieve; Suelos; Hidrografía; Ecosistemas; Desastres naturales; Desarrollo sostenible. Capítulo II. El período prehispánico: La sociedad de las cuevas; La agricultura y la vida aldeana; Los warpas: un pueblo de valle en la región quechua; Wari, primer imperio de la antigüedad peruana; La circulación de obsidiana durante el Horizontes Medio; La caída de Wari; La Confederación Chanca; Vilcashuamán; Los grupos étnicos en Ayacucho. Capítulo III. La era colonial Huamanga: Encomiendas y corregimientos; El Taki Onkoy; La visita del virrey Francisco de Toledo; Catástrofe demográfica; Felipe Huamán Poma de Ayala; Curacas y comunidades; Minería; Obrajes; Haciendas; Esclavitud; Arte y vida religiosa; La fundación de la Universidad San Cristóbal; La empresa temporal de la Iglesia Católica; Repartos y rebeliones Capítulo IV. El siglo XIX y la primera mitad del XX: La crisis de la Independencia; Haciendas; Industria; Comercio; Vida social; Morochucos e iquichanos; El guano; Andrés Avelino Cáceres; La Guerra del Pacífico; Las carreteras; Intelectuales Capítulo V. El siglo XX (1950– 970): Reapertura de la universidad; Las haciendas y la reforma agraria: El movimiento por la gratuidad de la enseñanza; La educación; Las redes educativas; Tensiones y conflictos; Los años sesenta; De la reforma educativa de Velasco en adelante. Capítulo VI. La violencia política: Antecedentes; Los inicios; El ingreso de las Fuerzas Armadas; Desapariciones, torturas y asesinatos; La “rebelión del coro”; La captura de Guzmán y la posguerra. Capítulo VII. La cultura urbana: Música; Artesanía; Literatura. Capítulo VIII. El mundo campesino: La racionalidad de la organización andina: Fórmulas históricas de la organización social; Sociedad, naturaleza y religión; El calendario; La Fiesta del Agua; La mujer campesina en los Andes; Vida michiy; El matrimonio: formación de una nueva unidad doméstica; Adivinanzas en quechua.

24.3.08

Nuevo número de "Intermezzo Tropical"

Este lunes 24 de marzo, a las 7 p.m., en “La Noche”, de Barranco, se presentará el número cinco de la revista Intermezzo Tropical, que en esta oportunidad trae un nutrido dossier sobre migraciones y utopías. En la mesa de presentación estarán el narrador y crítico José Güich y dos de los editores de la revista: Luis Fernando Chueca y César Ángeles. Asimismo, habrá un recital de poesía a cargo de José Carlos Yrigoyen, Andrea Cabel, Domingo de Ramos, el poeta chileno Julio Espinosa, y Oswaldo Reynoso, quien, en primicia de primicias, leerá poemas de su primer libro Luzbel. También habrá actuación musical en vivo y, como no podía ser de otra manera, vino rojo de honor.

En este nuevo número, bajo el título “Migraciones y utopías, lo cholo, lo chicha y lo sudaca”, se reúnen numerosos textos de escritores y críticos de la cultura peruanos, abordando desde distintos estilos y géneros, el tema migración como fenómeno cultural. El número empieza con creación literaria: poemas inéditos (sobre la Amazonia) de Josemari Recalde presentados por Luis Fernando Chueca, así como de Guillermo Chirinos Cúneo (Cuaderno de California) con una introducción a cargo de José Carlos Yrigoyen. Se incluyen los manuscritos de los poemas. A su vez, poesía de Patricia Guzmán (Venezuela), Pablo Paredes (Chile) y un adelanto de la novela que Carlos Torres Rotondo viene concluyendo en Madrid: Crónica sudaca. Juan Zevallos Aguilar publica nuevos aspectos de su investigación sobre el grupo Orkopata.

Hay también un "Portafolio Arguedas" con ensayos de José Güich Rodríguez y Enrique Bernales (ambos sobre El zorro de arriba y el zorro de abajo), una extensa nota de César Ángeles L. alrededor del libro Apuntes inéditos. Celia y Alicia en la vida de JM Arguedas de Carmen María Pinilla y un fragmento del último capítulo de la novela Llora corazón de Fernando Cueto, en el que el personaje arguediano el Loco Moncada es reficcionalizado. Victoria Guerrero ofrece una crónica titulada "Okupando Berlín. Casas-proyecto y migración", Emilio Bustamante escribe sobre "Migraciones en el cine peruano", Siu Kam Wen publica un fragmento de su novela inédita La vida no es una tómbola, a la vez que responde un cuestionario sobre su condición de inmigrante (en Hawai).

23.3.08

Murió el filósofo argentino Oscar Terán

A través de los diarios e Internet, acabamos de enterarnos del sensible fallecimiento del gran investigador y escritor argentino Óscar Terán, quien, entre nosotros, los peruanos, era muy conocido y apreciado por su libro Discutir Mariátegui (1985) y los diversos ensayos y artículos que le dedicó al autor de los 7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana. A manera de homenaje póstumo a este gran mariateguista argentino, nos permitimos reproducir aquí el artículo "Con Óscar Terán se va un pensador irónico y original" que Beatriz Sarlo, una de sus amigas más cercanas, publicó en el diario La Nación, de Buenos Aires, el pasado 22 de marzo.

Como si supiera que se acercaba su fin, en los últimos tiempos Óscar Terán realizó varios movimientos de síntesis. Así interpreto yo ahora, a la sombra de la muerte, dos libros: el primer ensayo del volumen colectivo Ideas en el siglo (2004) y De utopías, catástrofes y esperanzas (2006). Cuando aparecieron, era difícil pensarlos de ese modo. Hoy, en cambio, el panorama de las ideas en la Argentina durante los cien años que comienzan en 1880 y los artículos y reportajes agrupados en De utopías son el resumen de una obra que Terán había comenzado a escribir durante su exilio en México. Allí editó y prologó una antología de Michel Foucault, al que había que leer en una "época francamente devastada por la crisis y la autocomplacencia teórica". Oscar Terán, nacido en 1938, perteneció centralmente a esa época, pero trabajó, de modo invariable, para destruir la autocomplacencia.

La ironía erosiona la autocomplacencia hasta convertir en polvo toda vanidad. Además de sartreano, además de marxista, además de foucaultiano y nietzscheano, como correspondió a muchos de su edad, Terán fue un pensador irónico.

El modo interrogativo que en la conversación elevaba el tono de su voz sobre el final de frase mostraba el doble fondo de las ideas y de los actos. Terán no buscaba significados en una hipotética profundidad, sino en las fisuras y los espejismos del discurso. Por eso, su ironía fue el instrumento perfecto para la historia de las ideas que lo ocupó desde fines de los años setenta. Ni desconfiaba del todo de los discursos ni les creía del todo; se colocaba frente a las ideas y las ideologías como alguien que respeta su objeto y, al mismo tiempo, sospecha. Equilibrio difícil que, si se logra, ofrece interpretaciones nuevas, como lo fueron las de Terán sobre Aníbal Ponce o sobre Ingenieros.

En su prólogo a los escritos de Ponce (publicado en la mítica serie de Cuadernos de Pasado y Presente, donde Terán y todos nosotros accedimos a las diferentes líneas del pensamiento marxista, reunidas allí por otra gran figura, Pancho Aricó), se lee: "Los textos de Ponce nos miran desde una tradición con la que nos resulta tan imposible la solidaridad como la satanización".

Exactamente en ese equilibrio difícil se sostuvo Terán durante los últimos treinta años, dedicado a seguir las vetas contradictorias del pensamiento político y social argentino; más aún, dedicado a captar la contradicción no como un defecto de la razón, sino como un efecto de las condiciones concretas latinoamericanas. De esa distancia justa salieron sus trabajos sobre un tema que él renueva: positivismo y nación, tal como aparece mencionado en la tapa de un libro suyo de 1987.

* * *


En 1991, Terán publicó su obra más arriesgada, Nuestros años sesentas, que "conocieron toda la fascinante ambigüedad de las pasiones ideológicas", comenzando por aquella que da nombre a uno de los capítulos más brillantes: "Intelectuales y antiintelectualismo", ese nudo gordiano de la ideología de la nueva izquierda y del populismo que fue cortado por una violencia desconocida en la Argentina del siglo XX.

Terán escribió este libro sobre la radicalización después de su regreso del exilio, en un momento en que muchos deseaban escribirlo, pero sólo él supo mezclar el coraje ciudadano y la precisión de historiador para seguir ideas que lo incluían en primera persona. Ese coraje fue también un rasgo de su personalidad. Le interesaban los grandes temas, los temas difíciles, que ponían a prueba su implicación subjetiva y su oficio académico.

"El exilio -afirmó Terán- me permite retomar plenamente las viejas pasiones intelectuales." ¿Por qué "viejas pasiones" en alguien que se exilió antes de cumplir los cuarenta años? La respuesta está en Nuestros años sesentas. Las "pasiones intelectuales" habían dado paso, desde el fin de esa década, a las formas más agudas de la política militante. México, entonces, es para Terán el lugar donde retomará el camino abandonado y, además, hará posible la revelación de América latina.

Reflexivo e irónico, Terán no perdió nunca la capacidad de indignación. En 2004, escribía: "Si las utopías comunistas resultaron vanas o despóticas, los problemas de gigantesca injusticia e inequidad que denunciaron no sólo subsisten sino que se han incrementado a escalas que avergüenzan al género humano".

Tenía el sentimiento de la catástrofe presente, pero, como en el título del libro mencionado al comienzo, sostenía el principio de esperanza. Por eso también fue profesor en la Universidad de Buenos Aires y en la de Quilmes, miembro activo del Club de Cultura Socialista y del consejo de redacción de Punto de Vista. Era perfectamente consciente de las dificultades y también del imperativo de seguir pensando una salida que no duplicara los límites del presente ni los errores del pasado. Su forma de hacer historia de las ideas tuvo esa dimensión moral.

22.3.08

Leo Zelada y la poesía en quechua

Desde hace varios meses viene circulando en España un volumen en edición bilingüe quechua-castellano sobre la poesía inka, Antología poética del imperio Inka, que ha comenzado a concitar la atención de la crítica especializada y los diarios en general. Así, por ejemplo, hace poco, en el diario El Mundo (Madrid, 23.02.08), Raúl Rivero dio cuenta de este importante hecho editorial en una reseña titulada "Himnos a la Tierra", donde, entre otras cuestiones, decía lo siguiente: "El libro es una muestra de esa literatura y se ofrece el poema original en quechua y su versión en español. La colección recoge textos de dos géneros muy importantes de la dinastía inka: el Haylli, que son himnos a la tierra, a la luna, y al sol y el Harawi, más lírico y particular por que canta al amor- sus ilusiones y sus calamidades- entre un hombre y una mujer. La obra permite un acercamiento a una cultura poderosa, rica, y viva. Es un libro de descubrimientos y sugerencias que contagia el deseo de de conocer y entrar en profundidad en un mundo que es la esencia de personas con las que compartimos ahora el mismo tiempo y, a veces, la misma geografía".

El mismo entusiasmo por la reciente publicación de la Antología poética del imperio Inka puede descubrirse en esta breve pero significativa nota que acaba de aparecer en el suplemento Babelia, del diario El País (Madrid, 22.03.08): "El quechua, hablado desde hace siglos en toda la región andina, sigue siendo una lengua maltratada por la historia. Como no tuvo expresión escrita, quedó relegada de las culturas oficiales. Un pequeño libro, Antología poética del imperio Inka (Vision Libros, Madrid, 2008), de Leo Zelada y Jaime B. Rosa, intenta traducir al castellano la emoción de esos antiguos versos. El trabajo parte de la recopilación de poemas de tradición oral que hizo a lo largo de su vida el padre de Zelada, Braulio Grajeda Challco, que presidió el Instituto Superior de Quechua de Perú. Poemas de amor, en general, ligados a la vida rural y a una sociedad que vive en comunión con la tierra".

Leo Zelada, que es uno de los principales artífices de esta valiosa antología, nació en Lima, Perú, el 6 de enero de 1970. Su nombre verdadero es Braulio Rubén Túpac Amaru Grajeda Fuentes. Estudió filosofía en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Fue miembro fundador del Grupo Neón. Ha publicado el libro de poesía Delirium Tremens, edición completa, Lima-Perú (1998), y el poemario Diario de un Ciber-punk en la Editorial Moctezuma, D.F. México, 2001. Su ensayo Nueva cultura política fue publicado en Perú en 1999 y acaba de publicar su novela titulada American Deth of life con la editorial Zignos (2004).

"El espíritu de un pueblo está en su lengua -escribe Zelada en el prólogo a la Antología poética del imperio Inka- me decía mi padre. Por ello deseaba que escribiera mi poesía en quechua y se molestaba cuando escribía en castellano. Todo el esfuerzo de mi padre está reflejado en esta recopilación de poemas que realizó a lo largo de su vida, en su incansable labor como presidente del Instituto Superior de Quechua del Perú. Mi padre me bautizó con el nombre de Tupaj Amaru que significa Serpiente Resplandeciente, el Amaru es la serpiente sagrada, el tótem de la sabiduría. Él me hizo enorgullecerme de nuestra ascendencia inka, pero yo siempre llevé con respeto mi nombre y por ello utilicé un seudónimo literario para darme a conocer como poeta. Respetaba tanto la tradición de nuestra cultura que pocas veces hablé de mi ascendencia. Antes de venirme a España mi padre Braulio Grajeda Challco me encargó la traducción literaria de la poesía inka al castellano y ahora cumplo mi promesa con él y con mi sangre".

20.3.08

Pronunciamiento por la libertad de Melissa Patiño

Los escritores y escritoras abajo firmantes, miembros del P.E.N Club del Perú y del P.E.N Internacional, expresamos a la opinión pública nuestra honda preocupación por la detención y encarcelamiento injustificados de la poeta Melissa Patiño Hinostroza, y por la amenaza a los intelectuales y artistas que han denunciado públicamente este atentado contra la libertad de pensamiento, la libertad de expresión y la libertad de escribir.

Melissa Patiño Hinostroza ha manifestado a los pocos medios informativos que lograron entrevistarla su independencia respecto de cualquier organización que no respete los principios democráticos que rigen en el Perú.

Sin contar con evidencia alguna, autoridades policiales y gubernamentales han justificado la detención de Melissa Patiño Hinostroza arguyendo que forma parte de una conjura contra el orden constitucional.

Apelamos a la vocación democrática del Presidente de la República, doctor Alan García Pérez, y del Ministro del Interior, doctor Luis Alva Castro, para que, haciendo uso de sus altas investiduras, dispongan la excarcelación inmediata de Melissa Patiño Hinostroza.

Invocamos, asimismo, a que se desista de realizar cualquier tipo de acoso o persecución, inaceptables en una democracia, contra intelectuales y artistas. Tal ha sido el caso de la batida policial realizada en el Jirón Quilca del centro de Lima, el viernes 14 de marzo pasado, contra poetas, artistas e intelectuales, a quienes se les decomisó por varios minutos el Documento Nacional de Identidad (DNI), supuestamente sólo para "identificarlos".

Esta grave situación ya ha sido puesta en conocimiento de la Oficina Central del P.E.N Internacional y sus centros distribuidos en 95 países del orbe.

Recordamos que el P.E.N Internacional es una institución con 87 años de existencia, durante los cuales ha bregado contra la censura y defendido los derechos de los escritores y escritoras que son víctimas de persecución, tortura y encarcelamiento por parte de cualquier tipo de gobierno; y ha denunciado el asesinato de aquellos cuyo único delito fue el de esgrimir la pluma para expresar lo que sentían y veían.

El P.E.N Internacional es una entidad plural que no tiene vinculación partidista alguna. Ha sido clasificada con Status A por la UNESCO, mantiene la categoría de ente consultivo de la Organización de Naciones Unidas (ONU), y está abierta a todos los escritores, sin distinción de clase, ideología, religión, nacionalidad, color de piel o género.

A le espera de pronta respuesta, muy atentamente,Tulio Mora, Óscar Málaga, Juan Cristóbal, Teófilo Gutiérrez, Marita Troyano, Fernando Obregón, Rosina Valcárcel, Alejandro Sánchez Aizcorbe, Arturo Corchera, Eduardo González Viaña, Miguel Ángel Zapata, Jorge Pimentel, Isaac Goldemberg, Odi Gonzales, Patricia Morey, Genevieve Lagalice.

Perú y Estados Unidos, 18 de Marzo de 2008.

18.3.08

Nueva antología de la poesía de América Latina

El conocido escritor uruguayo Eduardo Milán, que vive en México desde hace casi treinta años, acaba de publicar, con el auspicio de Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, de Barcelona, la valiosa antología Pulir huesos, donde ofrece su personal lectura de la poesía de América Latina y presenta una selección de veintitrés vates latinoamericanos nacidos entre 1950 y 1965: desde los uruguayos Roberto Appratto, Enrique Bacci y Hebert Benítez Pezzolano, hasta los mexicanos Eduardo Hurtado, Julio Eutiquio Sarabia, Tedi López Mills, Roberto Rico, Francisco Magaña, Laura Solórzano, Silvia Eugenia Castillero y Jorge Fernández Granados. Milán incluye también a los chilenos Diego Maquieira y Paulo de Jolly; al venezolano Josu Landa; al cubano Rolando Sánchez Mejías; a los argentinos Mario Arteca, Edgardo Dobry y Fabián Casas; y, por último pero no menos importante, a los peruanos Mario Montalbetti, Roger Santiváñez, Magdalena Chocano, Reynaldo Jiménez y Maurizio Medo. La mayoría de los poetas incluidos en la antología no son muy conocidos en España, salvo alguna excepción, pero, como afirma Milán en una entrevista que ayer sostuvo con la agencia EFE, su obra demuestra que “la poesía latinoamericana vive un momento muy rico en propuestas”.

Por la edad de los escritores incluidos, se podría pensar que Pulir huesos es la continuación de Ínsulas extrañas, la antología que reunía lo mejor de la poesía en lengua española de la segunda mitad del siglo XX a ambos lados del Atlántico, y en la que la selección corrió a cargo del propio Milán, de José Ángel Valente, Blanca Varela y Andrés Sánchez Robayna. Pero el autor de Alegrial o Razón de amor y acto de fe deja claro que Ínsulas extrañas, publicada en 2002, no necesita continuación. Pulir huesos -el título está tomado del poema “Blanco” de Octavio Paz- es “otra lectura a la poesía latinoamericana”, realizada por este poeta, ensayista y crítico literario uruguayo al que le gusta, según su propia confesión, “descubrir; y descubrir incluso lo descubierto”. “Esta antología es de poetas, no de países”, dice Milán cuando se le pregunta por la ausencia de representantes de países como Colombia, Ecuador.. etc. “Los que yo quise que estuvieran están. El salto de calidad sería juzgar por la presencia, no por la ausencia”, añade.

El mismo Milan, en una entrevista que en febrero último sostuvo con Eduardo Fariña Poveda, de Siete de Siete, Revista de escritura & poéticas, se ha encargado de contar los pormenores acerca de cómo se gestó su antología Pulir huesos: “Joan Tarrida, director actual de Círculo –cuenta allí-, me ofreció hacer una antología de poesía latinoamericana que estuviera en concordancia no sólo con el grado de excelencia fabril de nuestra poesía sino también con la exposición de una cierta radicalidad. El contar con el apoyo logístico de un editor y poeta como Nicanor Vélez, extraordinario en su meticulosidad, fue un factor decisivo. Contar con la colaboración en la lectura de los textos del poeta Antonio Ochoa fue otro factor definitorio. El prólogo a la antología es un texto para mí importante. Eso era algo que también quería hacer, un prólogo a una antología que fuera algo más que lo que generalmente son esos textos: presentaciones, gestos: “a continuación, los poetas”. Y reunir poetas que no fueran los siempre representados en todas las antologías, ese tipo de poeta-bandera que aparece en la puerta de la ONU lírica. Hay mucho poeta en América Latina, como se puede comprender. Esto es un continente. El asunto es que se sostengan y que se relacionen favorablemente entre sí o que se opongan. El prólogo debe favorecer esas relaciones”.

16.3.08

Vargas Llosa y el problema de la identidad

El diario La República, de Lima, en su edición correspondiente al 16 de marzo de 2008, trae una entrevista muy interesante que hace poco Pedro Escribano le hizo Mario Vargas Llosa a propósito del próximo estreno de su obra teatral Al pie del Támesis, que, como ya ha trascendido, narra la historia del reencuentro después de 35 años de dos amigos en Londres. La sorpresa de uno, en este caso, es que el otro ya no era el amigo de antaño, sino se había convertido en una respetable señora. El tema de la obra, según refiere Escribano, nació de la anécdota que le narró Guillermo Cabrera Infante a Vargas Llosa en la que un amigo del escritor cubano, el poeta venezolano Esdras Parra, al reencontrarse después de años, se había cambiado de sexo. Se trata, pues, de una pieza teatral que busca poner sobre el escenario no sólo la cuestión de la transexualidad, sino también un problema de identidad. "Sí –dice Vargas Llosa en una parte de la entrevista-, eso es exactamente. Es la identidad, sexual sí, pero digamos es la identidad. Yo creo que es un tema muy fascinante porque es un tema que tiene que ver con la libertad humana. Creo que la verdadera libertad humana significa para un individuo poder elegir totalmente su identidad. Es decir, en qué dioses cree o no cree, dentro de qué cultura va a vivir, qué lenguaje va a ser fundamentalmente el suyo, qué convicciones, qué principios, qué valores van a ser los que normen su vida y cuál va a ser su sexo. Eso en el pasado no se elegía, eso venía impuesto por tu pertenencia a una comunidad. No podías ser otra cosa. Pero a medida que avanza la civilización el individuo se va desprendiendo mucho de esa comunidad y va eligiendo de acuerdo con su vocación, de acuerdo a sus convicciones, de acuerdo a sus instintos, lo que realmente quiere ser. Ese es el tema, yo creo, profundo de la obra".

Pero en la entrevista Vargas Llosa no sólo habla sobre su obra teatral Al pie del Támesis, sino también sobre otras cosas que le apasionan mucho, como, por ejemplo, la música, la necesidad de seguir leyendo a José Carlos Mariátegui (a quien califica como "un intelectual muy respetable, es uno de esos marxistas raros en el Perú y muy raros incluso en América Latina que no fue, él lo dijo, calco y copia") y, finalmente, la narrativa peruana de hoy. He aquí lo que sobre este último tópico Vargas Llosa le dijo a Escribano: "Yo creo que es un muy buen momento para la narrativa peruana. Y sobre todo lo que me parece muy interesante es que es una narrativa, que sin renunciar pues a la experimentación, a la utilización de técnicas nuevas, está siempre muy anclada en una problemática, una problemática que a veces tiene que ver con la dictadura, con la guerra civil, con la violencia social. A veces tiene elementos fantásticos, elementos puramente imaginarios, pero está muy anclada en la realidad vivida y a mí me parece que eso le da mucho vigor". De manera más puntual, ante la pregunta de Escribano acerca de "¿Cómo ve a Santiago Roncagliolo y su Abril rojo?", Vargas Llosa dijo: "Bueno, yo he leído la última novela de él, por supuesto. Me gustó mucho la descripción de la Semana Santa en Ayacucho, me pareció que era lo más logrado en la novela. La descripción de un clima potencialmente de gran violencia dentro de lo que es una festividad popular con gran participación colectiva y con mucho color. Bueno, él ha hecho de esa historia una historia de horror, un caso de una crueldad absolutamente… pero lo que más me gustó del libro fue la descripción del ambiente de Ayacucho viviendo esa experiencia colectiva que es la Semana Santa. He leído un libro de cuentos de Jeremías Gamboa [habla de Punto de fuga]. Muy interesante. […] Unos cuentos que están impregnados también de una violencia latente, en Lima, con algunos elementos un poco fantásticos, muy bien construidos, muy bien escritos, muy interesante. Bueno, Cueto, desde luego, magnífico escritor que me parece de los mejores de las generaciones más jóvenes en el que también hay un elemento que tiene que ver con la historia reciente que está muy recreada, a veces con elementos que lindan ya con lo fantástico, con lo imaginario, pero yo creo que la literatura está viviendo un buen momento en el Perú".

Por último, Vargas Llosa no pudo dejar de criticar a la "cultura" de los talk shows y deplorar profundamente el hecho que el Perú está en el último lugar como país lector. "Me da mucha pena, me parece que es un reflejo de la pésima educación que hay en el Perú y no solamente me refiero a los colegios donde no se enseña a leer a los niños sino a las familias, porque tampoco hay libros, los padres tampoco leen y si uno vive en una casa donde nadie lee pues es muy difícil que los niños resulten lectores. Es un fenómeno que preocupa. La falta de cultura literaria para un país merma muchísimo la libertad porque hace que la gente sea mucho menos crítica", dijo.

12.3.08

Padura y su novela sobre el asesinato de Trotsky

Todavía sigue en compás de espera la publicación de la novela del escritor cubano Leonardo Padura acerca de las peripecias, intrigas y persecuciones que rodearon el exilio y el asesinato en México de León Trotsky, uno de los principales líderes de la Revolución de Octubre. Se trata de El hombre que amaba los perros, un título con el que Padura pretende rendir homenaje al escritor estadounidense Raymond Chandler, pero que también tiene mucho que ver con un hecho concreto y puntual de la historia cubana: que el catalán Jaime Ramón Mercader del Río, el hombre que asesinó a Trotsky por encargo de los servicios secretos soviéticos y pasó 20 años en una prisión mexicana sin hablar nada de nada, se radicó al final de sus días en La Habana, Cuba, donde, simulando ser uno de esos viejitos apacibles y un tanto bobalicones, solía pasear a diario con sus perros por la Quinta Avenida del residencial barrio de Miramar.

Según ha trascendido, Padura trabajó cerca de tres años en la obra que será publicada, si todo va bien, en el otoño de 2008, por la conocidísima editorial Tusquets, de Barcelona. Durante ese tiempo nuestro autor buscó documentos originales, leyó libros de historia y ficción, consultó mapas urbanos y aprendió, prácticamente casi de memoria, los diarios del exilio de Trotsky. Pero, en todo el proceso previo a la escritura de su novela, Padura siempre tropezó con el mismo obstáculo: el silencio irritante de Mercader del Río, quien, como se sabe, estuvo 20 años en la cárcel en México y nunca dijo esta boca es mía. Lo mismo ocurrió el tiempo que el sicario de Stalin vivió en Moscú y en Cuba: desapareció y fue como un fantasma o, mejor, un muerto en vida. Sin embargo, en la novela de Padura, Ramón Mercader se muestra muy locuaz y le cuenta todo, incluyendo pelos y señales, a un joven cubano estudiante de veterinaria que, a pesar de su promesa de no decirle a nadie, 20 años después, ¡oh, casualidad de casualidades!, le pasa todos los detalles a un amigo escritor, que ya se imaginarán quién es. De este modo, tal como explicó el mismo Padura durante un reportaje que en noviembre del 2007 Dalia Acosta le hizo para IPS, los perros se convierten en la conexión entre Mercader del Río y el muchacho que, a su vez, marca la distancia necesaria entre la histórica y la ficción: "Como Ramón Mercader amaba los perros, también los amaba el hombre que él asesinó. Trotsky tenía cuatro galgos rusos y cuando parte al exilio a Alma-Ata se lleva uno consigo. El mismo amor lo compartía también el joven veterinario cubano. Cualquiera de ellos puede ser el hombre que amaba a los perros".

El hombre que amaba a los perros, hasta donde sabemos, se cuenta en tres líneas paralelas: el exilio de Trotsky desde 1929 hasta su muerte en 1940, la preparación y ejecución de su asesinato y el destino posterior del asesino o "brazo ejecutor", en Moscú y luego en Cuba. Padura cuenta el recorrido del exiliado Trotsky por Alma-Ata (Kazajstán), Turquía, Francia, Noruega y su estancia definitiva en una "casa-fortaleza" en Coyoacán, ciudad de México. Y, por otro lado, sigue los pasos de Mercader del Río desde sus tiempos como soldado del Ejército Popular español, Moscú, Francia, Nueva York y México. Así, como en sus libros policíacos, donde la trama es sólo un pretexto para ahondar en la sociedad cubana, Padura parte de lo que considera uno de los asesinatos más significativos del siglo XX, para ahondar en la lucha por el poder tras la muerte de Lenin y el ascenso del fascismo. "Stalin y Trotsky –tal como ha dicho Padura- pensaban de dos modos diversos sobre la revolución. Stalin, para consolidar su poder, se aferrró a su teoría del socialismo en un solo país, y coartó todo atisbo de democracia y pluralidad. Trotsky, con su teoría de la revolución permanente, pensaba que la victoria en Rusia era sólo un paso para luego seguir por Europa. Pero Stalin prácticamente traicionó a la posible revolución china en 1926-1927, no permitió una alianza entre las fuerzas de izquierda en Alemania que pudieron evitar el ascenso de Hitler al poder, maniató a la Internacional Comunista y en España, durante la guerra civil, exigió que se luchara por la victoria sin hacer la revolución. Era el menos brillante, pero demostró ser el más astuto y sibilino. Trotsky era brillante, orador, culto, mundano, famoso y mítico. Eliminar a Trotsky se convirtió en una exigencia para que Stalin pudiera conseguir la preeminencia y el poder absoluto, incluso la posibilidad de reescribir la historia y robarse un protagonismo que nunca tuvo".

Aunque el final de esta historia se conoce desde el inicio y ya ha sido objeto de diversos acercamientos literarios, donde se pueden incluir, entre otros, la pieza teatral Trotsky debe morir, del recordado escritor peruano José B. Adoph o la biografía novelada El grito de Trotsky. Ramón Mercader, el asesino de un mito, del periodista mexicano José Ramón Garmabella, el caso El hombre que amaba a los perros es un tanto distinto, pues allí Padura trata de enfatizar sobre todo en el cómo o, para usar sus propias palabras, en la búsqueda de las verdades simbólicas. "¿Por qué, se pregunta desesperadamente el autor de El hombre que amaba a los perros, se frustró la gran utopía del siglo XX?". Y él mismo ensaya una respuesta que no convence mucho pues suena un poco a lo de la Fuenteovejuna de Lope de Vega: "La perversión comenzó en los mismos años 20 y el asesinato de Trotsky puso el punto final a cualquier salvación de esta utopía. Es algo que también tiene que ver con nosotros. El ser humano no puede vivir sin utopía".

10.3.08

La novela de la "microfísica del poder"

En el último número de la revista Letras Libres, correspondiente a marzo de 2008, encontramos este excelente comentario del escritor boliviano Edmundo Paz Soldán sobre la novela Un millón de soles, del peruano Jorge Eduardo Benavides. Allí, entre otras cosas, Paz Soldán sugiere que Un millón de soles pertenece, más que al subgénero de la llamada novela latinoamericana del dictador, a lo que él, en un giro típicamente foucaultiano, califica como la novela del “poder” o, mejor, de la "microfísica del poder".

La novela latinoamericana del dictador sigue viva en las nuevas generaciones. Lo demuestra con contundencia el escritor peruano Jorge Eduardo Benavides en su reciente Un millón de soles, que recrea con enorme ambición narrativa los siete años de la dictadura populista de Velasco Alvarado en el Perú (1968-1975).

El principal aporte de Benavides a este subgénero es mostrar que, detrás de la visión de un hombre mesiánico en el que confluyen todos los hilos, hay un entorno muy dispuesto a manejar buena parte de la tajada. El dictador Velasco aparece aquí como un ser caprichoso y paranoico pero en el fondo bien intencionado, creyente hasta el final en su proyecto revolucionario, capaz de llorar ante la forma en que la “patria malagradecida” le devuelve su sacrificio. Como personaje, no llega a dominar la novela; Benavides está más interesado en el entorno de militares y civiles que conspiran, van ganando posiciones, sueñan con la caída de Velasco. Entre esos militares se encuentra un joven mayor Montesinos, el más maquiavélico de todos, dispuesto incluso a sacrificar una relación sentimental (“hay cosas que se deben hacer aunque nos duelan”) con tal de consolidar el poder del Estado ante las primeras manifestaciones contra el régimen. Montesinos emerge como una gran creación; la novela gana interés cada vez que él aparece en escena.

Novela “del poder”, más que del dictador, entonces. Una “microfísica del poder” foucaultiana nos diría que siempre ha sido así, que el poder nunca está concentrado en una persona, es difuso y se extiende en ramificaciones infinitas. Así, en la novela latinoamericana, los grandes caudillos carismáticos y temibles al estilo del Francia de Augusto Roa Bastos en Yo, El Supremo (1974), han dado paso a títeres incapaces de imponerse a los miembros más destacados de su corte. Quizás en verdad nunca detentaron el poder del todo, y hemos leído mal estas novelas: en El otoño del Patriarca (1975), ya Gabriel García Márquez nos mostraba a un dictador que, a medida que avanzaba la novela, iba siendo suplantado en su poder por sus colaboradores más cercanos (hay que leer esta novela contra natura, como un texto realista mágico que es, para sorpresa de muchos, un precursor de la reflexión actual sobre el triunfo del simulacro en la sociedad contemporánea). El siniestro Trujillo de Vargas Llosa en La fiesta del Chivo (2000) es, quizás, una excepción a la regla, aunque incluso allí las mejores partes de la novela tienen que ver con la forma en que Balaguer va manipulando los hechos hasta convertirse en el sucesor indiscutible.

En los últimos años, diferentes proyectos narrativos han ido ampliando el registro de lo que se entiende por “novela” en América Latina (Aira y Bellatín, Alejandro Zambra). El tronco principal –el realista, el de la preocupación por cuestiones sociales y políticas–, sin embargo, se mantiene muy vivo. Desde su primera novela, Los años inútiles (2002), Benavides se ha instalado como uno de los escritores de la nueva generación más afincado a estas tradiciones centrales. No es difícil ver la sombra de Vargas Llosa en ciertas ideas básicas de su proyecto narrativo –la manera en que toda una sociedad va corrompiéndose ante los abusos del poder, por ejemplo–, y también en la estructura arquitéctonica de sus novelas, en la forma hábil en la que incorpora el habla de los personajes dentro de sus párrafos (“Sánchez Idíaquez esbozó una sonrisa inmensa, que le achinó el rostro, qué guapa estaba hoy Leticita, dijo, y ella frunció la nariz como ante un mal olor, cogió el abrigo del decano, que no usara ese diminutivo horrible con su nombre, por favor…”). También se puede reconocer la influencia no tan obvia del José Donoso más realista en el ritmo de las frases, en la minuciosa profusión de detalles que van dándole textura y densidad a sus novelas.

Un millón de soles tarda en armarse. Velasco aparece enérgico, ambicioso; los militares y civiles de la corte –Tamariz, Carranza, Ravines, Montesinos– son retratados con sus ambiciones y mezquindades; desfilan las mujeres, pero en esta sociedad patriarcal sólo parecen servir para que los hombres se confiesen en la intimidad de la alcoba, o para el sexo. Hay tramas que se van desplegando a granel, conciliábulos continuos mientras se juega póker y se bebe whisky y gin con Bingo Club (estas conversaciones funcionan como una suerte de coro griego, comentan la acción y a la vez hacen avanzar la novela). A partir de la segunda parte, Benavides va atando los cabos, el mundo de la novela se hace inteligible y dinámico.

La apuesta de Benavides es arriesgada: en vez de concentrarse en algún momento importante del gobierno de Velasco –un catalizador que nos explique lo que significó ese régimen–, el escritor peruano ha optado por una visión más bien panorámica, abarcadora, en la que una serie de sucesos va jalonando el septenio del Gobierno Revolucionario: la nacionalización de las compañías petroleras norteamericanas, la deportación de opositores, la llegada de asesores yugoslavos para transformar el modelo industrial, la estatización de la prensa, la huelga de los policías. Con paciencia y maestría, Benavides va ganando puntos, como sugería Cortázar que ganan las novelas, pero en realidad se trata de una trampa: las últimas y trepidantes cincuenta páginas muestran que lo que Benavides quería era ganar por knock-out. Lo consigue.

8.3.08

La presencia de la ausencia de Ruddy Pacheco

A través de diversos mensajes enviados a mi correo electrónico, acabo de enterarme del sensible fallecimiento del poeta peruano Rodolfo Pacheco Ingunza, quien pertenecía a la generación de vates que irrumpió en los años noventa. Ruddy, como cariñosamente solían decirle sus amigos más cercanos, nació en 1969. Cursó estudios de Educación en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Fue uno de los miembros más representativos del colectivo cultural “Cultivo”, formado por un grupo de estudiantes de Educación que cultivaban la poesía y acostumbraban reunirse en un parque de la Urbanización Pando (el famoso “Colchón”). En 1994, 1995 y 1996 ganó los Juegos Florales de San Marcos en los géneros de poesía, narrativa y ensayo. Víctor Coral, en un texto testimonial que hace año y medio publicó en su blog Luz de Limbo, lo recuerda como un ser “ebrio de poesía, de vida, de sinceridad, de vino, de lo que sea, pero ebrio” y como “el único poeta en Lima a quien le he escuchado recitar la mitad de Las flores del mal de corrido, estando él completamente ebrio”. Pese a vivió por y para la literatura, especialmente para la poesía, y que todavía tenía mucho que dar, Ruddy sólo publicó un volumen colectivo, Desde El Colchón, y un libro de poesías, Alucinada Cordelia (2006), que es seguramente con el que más lo recordaremos.

Entre los poemas que Ruddy nos ha dejado, figura este que, a mi, por lo menos, es el que más me gusta:

PRESENCIA DE LA AUSENCIA

La luna tercamente se empeña
En acompañar mi dolor
Luna menguante, llena y metálica
Me pregunto si ahora mismo
A ti te estará sonriendo

El alma se me ha podrido
En este verano encarnizado
En el que he visto suicidarse a las hadas
En el que he visto llorar a las sirenas
Amores de una noche desestrellada

Una frágil sonrisa
Juega en tu rostro
La noche nos envenena dulcemente
Mis caricias te abandonan
Y sospechas de mi callada palabra
De mis crisis mortales
¡ Si fuera un Whitman estaría abrazando al mundo ¡
¡ Si fuera un Poe estaría tan ebrio como mis fantasmas¡
Soy un inquilino más de este gran edificio, como tú
Soy un número de teléfono para llamar y darle vida

El reloj de arena ya se apura en convertirnos en harapos

Tu eres ausencia desde que el tiempo se detuvo
Eres un fantasma sin rostro que mi frágil memoria se
Empeña en recordar.

6.3.08

Frustran plantón poético por la libertad de Melissa

La avenida España, muy cerca al frontis de la Dirección de Investigación Criminal (Dirincri), donde se encuentra la Dirección Contra el Terrorismo (Dircote) —de acuerdo a lo que informa el diario La Primera en su edición correspondiente al 5 de marzo último—, se convirtió ayer en la imagen de la política crecientemente represiva del gobierno. Innecesariamente, un batallón de asalto de la Policía, apoyado por carros portatropas y dos “pinochitos”, arremetieron con potentes chorros de agua contra casi un centenar de artistas que apenas se alistaban para realizar un acto pacífico de protesta pidiendo la liberación de Melissa Patiño Hinostroza, la joven poeta detenida el viernes pasado en el puesto fronterizo de Aguas Verdes cuando retornaba al país luego de participar en el Segundo Congreso de la Coordinadora Continental Bolivariana, en Quito (Ecuador).

El plantón poético se frustró cuando la mayoría de los asistentes, en su mayoría jóvenes, tuvieron que salir prácticamente disparados por la acción del contingente policial, que no respetó a periodistas, transeúntes ni comerciantes. Los escritores Javier Arévalo, Miguel Ildefonso, Florentino Díaz y Salomón Valderrama se quedaron con las ganas de leer sus poemas, entre los que tenían planeado esbozar el perfil de Melissa, injustamente detenida en los calabozos de la Dircote.

Artistas de renombre como el escultor Víctor Delfín y la poeta Rosina Valcárcel alcanzaron a leer poemas de la joven detenida y expresaron su solidaridad negando que Patiño mantuviera algún vínculo con el terrorismo. Asimismo, poetas como Domingo de Ramos y Rodolfo Ibarra y el veterano luchador social Gustavo Espinoza fueron también víctimas de la represión.

5.3.08

El nuevo número de "Sieteculebras"

Desde hace cerca de un par de meses, viene circulando el número 23 de Sieteculebras, la excelente revista andina de cultura que desde el Cusco edita el periodista y escritor Mario Guevara Paredes. Acaba de llegarme y veo que trae artículos de gran interés, como, por ejemplo, "Un país en el infierno. Sociedad, política y cultura en el Perú de los ochenta y noventa", de Luis Nieto Degregori, "Nuevos sujetos en la narrativa urbana", de Antonio González Montes, "Modelos de interpretación de la poesía peruana última", de Juan Zevallos Aguilar, o "La resurrección de Gamaliel Churata", de Aldo Medinaceli. Además, como si con lo anterior no fuese suficiente, la nueva entrega de Sieteculebras incluye también un breve cuento de Mario Guevara Paredes, poesías de Franklin Sequeiros Soto, Soledad Aráoz Cartagena y Martín Moya Delgado y, como es común en este tipo de publicaciones, una nutrida sección de comentarios de libros. Otrosí digo: la revista, gracias a los dibujos e ilustraciones de Walter Hurtado Béjar, se ve muy bien presentada y se puede decir, sin ninguna exageración, que es una "joyita".

Refiriéndose a la trascendencia de Sieteculebras, Juan Zevallos Aguilar escribió lo siguiente en un artículo que publicó con motivo del décimo aniversario de esta importante publicación cultural: "En los diez años -dice- se ha constituido en un polo de irradiación cultural alternativo al centralismo limeño. Desde la periferia interna del Cusco ha tenido la capacidad de atraer a especialistas en el mundo andino, peruanos y extranjeros, que publican con cierta regularidad en la revista. Asimismo, en Sieteculebras se ha puesto especial énfasis en la divulgación de la producción cultural de intelectuales y artistas radicados en provincias que no son tomados en cuenta en publicaciones limeñas y extranjeras. De este modo, esta revista se ha constituido en una fuente de información indispensable para todos aquellos que desean conocer lo último que se viene creando intelectualmente y artísticamente en el Sur peruano, en particular, y en la región de los andes centrales en general. Esta empresa es doblemente meritoria porque se ha venido llevando a cabo sin ningún respaldo institucional y en una época de antiintelectualismo que ha llevado al desmantelamiento de instituciones académicas peruanas" (Cfr. Juan Zevallos Aguilar: "Índice de Sieteculebras. Revista cultural andina", Revista de crítica literaria latinoamericana, Año XXVIII, Nro. 56, Lima-Hanover, Segundo semestre de 2002, pág. 257).

Mario Guevara Paredes, el director de Sieteculebras, nació en el Cusco en 1956. Ha publicado los libros El desaparecido (1988), Fuego del Sur- Tres escritores cusqueños (1990), Cazador de gringas & otros cuentos (1995) y Matar al Negro (2003).

3.3.08

Plantón poético por la libertad de Melissa Patiño

La joven gestora cultural y poeta Melissa Rocío Patiño Hinostroza (20 años) ha sido detenida y acusada de terrorista por asistir como promotora cultural y comunicadora social a un encuentro político de la Coordinadora Bolivariana de Ecuador en respuesta a una invitación hecha a Luis Enrique Amaya, conductor del programa de radio donde la joven participa, el cual no pudo asistir.

El II Encuentro de la Coordinadora Continental Bolivariana (CCB), no era una "fachada para terroristas" sino por el contrario un evento que congregó alrededor de 800 delegados de Cuba, Venezuela, Perú, Uruguay, Brasil, Bolivia y se hizo a puertas abiertas en Ecuador, con conocimiento de las autoridades de ese país. Cuando terminó el encuentro, Melissa fue subida a un bus por los organizadores del evento junto a muchas otras personas. En ese bus iban otras seis personas que ahora la policía sindica como "integrantes del MRTA", motivo por el cual la joven fue detenida, sin pruebas, junto a estas personas.

La poeta, que como dice un comunicado firmado por una veintena de escritores, no mantiene vínculo alguno con ningún grupo político ni terrorista. "Ni sus acciones ni su posición política tienen cercanía alguna al de algún movimiento subversivo marxista leninista peruano o internacional", menciona el comunicado. Por el contrario, la joven es miembro del Movimiento Cultural "Círculo del sur", grupo que reúne a jóvenes poetas que organizan recitales poéticos y eventos culturales en Lima Sur. Además, participa en la producción del programa "Todas las voces" de Radio Stereo Villa 101.7 y actualmente estudia el cuarto año de Administración en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Como una "acción mágica por la libertad" escritores y amigos de la joven han organizado un plantón poético titulado "Hacia Melissa Patiño Hinostroza", el martes 4 de marzo, a las 4:30 p.m., en el frontis de la Dircote (Av. España s/n. Cercado de Lima. A media cuadra de Alfonso Ugarte). Habrá una lectura donde participarán los escritores Javier Arévalo, Miguel Ildefonso, Florentino Díaz, Salomón Valderrama, entre otros; y una performance a cargo de Giancarlo Huapaya.

2.3.08

¿Por qué asesinaron a Elena Garro?

Babelia, el suplemento cultural de El País, en su edición correspondiente al 1° de marzo de 2008, trae un artículo donde se reivindica los grandes méritos literarios de la escritora mexicana Elena Garro y se llama a rescatarla del olvido a que injustamente se le ha pretendido condenar. La autora de este excelente artículo, que me he tomado la libertad de reproducirlo en mi blog, es Patricia de Souza (Cora-Cora, Ayacucho, Perú, 1964), quien tiene en su haber seis novelas, entre ellas, La mentira de un fauno (Lengua de Trapo, 1999), Electra en la ciudad (Alfaguara, 2006) y Ellos dos (Lima, Editorial San Marcos, 2007), y, además, se da tiempo para administrar el blog Palincestos.

No existe un libro si no hay alguien detrás, que sea una mujer o un hombre. En este caso se trata de una mujer, Elena Garro (Puebla, 1920-1998), una de las historias personales de la literatura mexicana, en la que se mezclan la política, el drama emocional, y un cierto poder de autodestrucción. Elena Garro es el equivalente de Juan Rulfo en la novela, pero sin su reconocimiento y sin su presencia, olvidada, renegada, por una parte de la oficialidad mexicana; su vida y sus libros despiertan una serie de sentimientos contradictorios, entre el odio y la pasión, la veneración o el olvido. Pero además, "la Garro", como se le llama, fue la primera esposa de Octavio Paz, su espada de Damocles, y hasta podría decirse, su perseguidora. Pero ¿hasta qué punto podemos atribuirle poderes tan grandes a un escritor que siempre ha gozado de un prestigio internacional? Dos libros lanzan el debate sobre la vida de esta escritora, el primero, El asesinato de Elena Garro, de Patricia Rosas Lopátegui, Porrúa, México, 2007, y Yo, Elena Garro, de Carlos Landeros, Grijalbo, México 2007. El primero es una recopilación rigurosa de documentos sobre la autora (entrevistas, testimonios), incluyendo reportajes y artículos por ella misma sobre diferentes personas, desde Carlos Fuentes (a quien Elena no estimaba), hasta Regis Debray y Frida Kahlo, además de personajes de la política muy cercanos de la historia de México y de la autora, como Carlos Madrazo Becerra.

Imposible desenredar la madeja, para empezar por el prólogo de otra autora mexicana, Elena Poniatowska, quien desautoriza ciertas versiones sobre un Octavio Paz odioso que habría hecho todo lo posible para hacer desaparecer a Elena Garro del panorama literario, incluso, dejándolas, a ella y a la hija de ellos dos, Helena, más conocida como "la Chata", en la miseria, o peor, negándose a pagar una operación importante a su hija (Carlos Landeros, Yo, Elena Garro). Imagino un poco al personaje, una joven mujer que conoce a Octavio Paz a los dieciséis años, que se casa con él a los dieciocho y abandona la universidad, una mujer atractiva, rubia, parecida a Tippi Hedren, sobria y elegante, ambos brillantes, ambos ambiciosos, ella misma lo dice: "Nuestra historia fue una historia de amor y de envidia" (PRL). Hasta ahí su historia posee de entrada elementos dramáticos, pero cuando afirma, "yo vivo contra él (Octavio Paz), estudié contra él, hablé contra él, tuve amantes contra él, escribí contra él y defendí a los indios contra él, escribí política contra él, en fin, todo, todo, todo lo que soy contra él", me pregunto si alguien puede construir una vida en contra de una sola la persona y qué puede haberla empujado a decirlo públicamente.

Sin embargo, hay que tener en cuenta ciertos elementos, tal vez su historia personal apasione porque se parece mucho a una novela sentimental, y eso puede seducir, pero ¿qué hubo realmente de su trabajo como autora, de sus novelas y sus piezas de teatro, de sus textos cortos, uno de los cuales es elogiado por Sergio Pitol como una joyita, La culpa es de los Tlaxcaltecas, qué hubo de su novela Recuerdos del porvenir, o de los Testimonios de Mariana? "La Tolstói de México", como la llamó Borges, sí produjo una obra importante, a tono con su tiempo, con la situación social y política que ella veía de cerca y que despertó sus ganas de ser un personaje de novela, activo, importante en la historia de su país. Porque México, igual que Perú, tenían, y tienen, historias no resueltas y toda toma de palabra significa un acto político; de alienación o de rebeldía, por lo que presiento que la Garro al asumir la palabra se vio obligada a asumir el personaje que su país vio en ella y que retrató en Testimonios de Mariana, un personaje mundano, autodestructivo, consciente de su situación de minoría en el mundo. Y sin poder trascenderla. Una persona con mucha cólera, con mucha frustración, sólo así se entiende la denuncia que hizo de una serie de intelectuales (entre los cuales había muchos amigos de Octavio Paz, Leonora Carrington, por ejemplo) durante el levantamiento de estudiantes en Tlatelolco (1968) que el presidente de turno, Gustavo Díaz Ordaz, ordenó masacrar. A la cabeza de todo esto, un personaje que marcó la vida de la Garro, dirigente del partido más importante, el PRI (Partido Revolucionario Institucional), Carlos Madrazo Becerra. Se supone que Madrazo quería modernizar el PRI y acabar con los años de tiranía, se supone que poseía los instrumentos, idealista, inteligente, sensible, pero muere en un accidente de helicóptero que todo el mundo sospecha como un asesinato. Esto pertenece a un capítulo negro de la historia de México; la Garro, es otro, en la literatura hecha por mujeres. Dice Garro: "En México, por el simple hecho de ser mujer, todo queda invalidado... En México, apenas una mujer es un poco inteligente, tiene otras aspiraciones, quiere hablar, escribir, hacer algo, todos se confabulan para ver qué le hacen, cómo la destruyen, cómo la dañan".

La Garro, entonces, se sitúa del lado de mujeres fuertes, activas, inquisidoras, como Nahui Olin, como Sor Juana Inés de la Cruz, atrapadas en el drama de la reacción, sin tiempo para procesar estrategias para salir de su aprisionamiento, sin tiempo para dar forma a un discurso sereno, menos belicoso: "Mi padre me enseñó a ser independiente. Desde niña supe por él que la única manera de ser independiente era logrando la independencia económica, por eso fue a la universidad en un tiempo en que era un deshonor que una joven bien educada frecuentara ese lugar...". Elena Garro obtuvo el Premio Xavier Villaurrutia, en 1963, por su novela Recuerdos del porvenir, Octavio Paz era miembro del jurado. Si ella construyó su trabajo en contra de quien fue su compañero de varios años, su obra pudo sostenerse sola y llegar hasta nosotros.