30.10.08

Nuevas luces sobre JCM

Virginia Vilchez, de Libros Peruanos, y los ganadores del concurso.

El critico literario Camilo Fernández Cozman y el sociólogo y catedrático Antonio Rengifo Balarezo resultaron los ganadores del concurso “Los 7 ensayos de la realidad peruana”, organizado por el Centro Cultural Puerta Abierta y la Casa Museo José Carlos Mariátegui.

Ambos fueron premiados el sábado, 25 de octubre, en un acto desarrollado en el marco del Simposio Internacional “7 ensayos, 80 años en la historia”, que se llevó a cabo en la sede del Museo de la Nación.

Fernández Cozman fue premiado por el ensayo “La inteligencia figural en ´El proceso de la literatura’ de José Carlos Mariátegui”; Rengifo Balarezo fue distinguido por el ensayo “Invitación a la lectura de 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana”.

Al referirse al ensayo presentado por Camilo Fernández Cozman, el jurado señaló que este trabajo demuestra fluidez en el desarrollo de un análisis crítico sobre las diferentes posturas en el ámbito de la critica literaria al séptimo ensayo de los 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana e introduce el concepto de “inteligencia figural” de Bottiroli para analizar el referido texto en dos planos: “El proceso de la literatura” como objeto de análisis y, al mismo tiempo, como herramienta para analizar la obra de Chocano, Eguren y Vallejo.

“Creemos que el aporte original de este trabajo radica en su visión amplia y creativa para entender el referido ensayo de Mariátegui en su contexto histórico y en sus aportes teóricos y metodológicos, los mismos que son explorados, analizados y ejemplificados a lo largo del texto”, explicó

Sobre el ensayo presentado por Antonio Rengifo, el jurado manifestó que el aporte de este trabajo consiste en introducir fuentes originales para el tema, al tiempo que es capaz de actualizar el “estado de la cuestión” al evaluar el impacto de los 7 Ensayos desde su aparición hasta nuestros días. Añadió que también es interesante el valor testimonial de este trabajo.

El jurado también destacó el esfuerzo analítico y de interpretación de algunos de los trabajos finalistas, como “El séptimo: procesar la literatura”, que si bien no resultaron premiados, merecen resaltarse.

La socióloga y cuentista política brasileña, Mónica Bruckman; el historiador argentino Martín Bergel; y el director de la Casa Museo José Carlos Mariátegui, miembros del jurado aclararon que para elegir a los ganadores tuvieron en cuenta la relevancia y originalidad del tema, sus aportes teóricos y metodológicos, la coherencia y el estilo, y la pertinencia y actualidad de sus referencias bibliográficas.

Los organizadores del concurso, el Centro Cultural Puerta Abierta y la Casa Museo José Carlos Mariátegui, destacaron la amplia acogida que tuvo este certamen, evidenciada por el número de 35 ensayos: 50% de Lima; 26% de las diferentes regiones del Perú, y 24% del extranjero. Anunciaron que los dos ensayos ganadores serán publicados próximamente.

Camilo Fernández Cozman es un conocido crítico literario, catedrático universitario, autor de libros sobre poetas de las generaciones del treinta (Westphalen), cincuenta (Eielson), sesenta (Hinostroza) y setenta (Watanabe), además de una serie de estudios y ensayos sobre otros autores.

Antonio Rengifo es sociólogo y catedrático de varias universidades. Es coautor de Rebelión India junto con Pablo Macera, y autor de La artesanía en la obra de José Sabogal Wiesse, así como de otras publicaciones y artículos académicos.

(Del Boletín Semanal, del portal Libros Peruanos. Lima, 27/10/08)

27.10.08

Premio al arte popular

Con una “Semana Jubilar”, ciclo de actividades culturales variadas, se festejará el 403 aniversario de la Casona de San Marcos, joya arquitectónica que alberga al Centro Cultural de la Decana de América.

Dentro del programa de actividades, uno de los eventos centrales será la entrega de la Medalla de la Cultura “La Casona”. Este galardón ha sido creado para premiar el aporte cultural de personajes descollantes de nuestro mundo intelectual y artístico.

La medalla se entregará por primera vez a dos reconocidos personajes del ambiente músical: el guitarrista, bajista, arreglista y compositor Carlos Hayre (Lima, 1932) y el cantautor y compositor Manuel Acosta Ojeda (Lima, 1930). Ambos serán premiados en reconocimiento de su contribución a la música y el ennoblecimiento del arte popular del Perú.

La imposición de la medalla se llevará a cabo en una ceremonia que se realizará el 31 de octubre, Día de la Canción Criolla, a las 7:00 p.m., en el Centro Cultural de San Marcos – La Casona (Av. Nicolás de Piérola 1222. Parque Universitario). Además de la presencia de las autoridades sanmarquinas, habrá conjuntos musicales que animarán una noche memorable de peña criolla y de música popular. El ingreso es libre.

Carlos Hayre (Lima, 1932): Gracias a su gran talento aprendió a tocar de oído. Posteriormente estudió guitarra clásica, conocimientos que le fueron muy útiles para aplicar las técnicas en la música popular. En sus composiciones introdujo armonías y arreglos modernos de jazz y bossa nova. Asimismo fue un pionero en el uso del cajón en los valses criollos. También destaca como uno de los más prestigiados estudiosos e intérpretes de la marinera limeña. Es compositor de un sinnúmero de valses, marineras, huaynos y mulizas. Además ha compuesto a dúo con Manuel Acosta Ojeda una treintena de canciones entre las que figuran "Adiós y sombras", "Siempre" y "Triste ausencia". Cabe destacar que como guitarrista, bajista, arreglista, conductor, director y acompañante, Hayre ha actuado en Estados Unidos y Centro América, y grabado alrededor de 80 álbumes con prestigiosas agrupaciones latinoamericanas.

Manuel Acosta Ojeda (Lima, 1930): Cantautor peruano de música criolla, que ha estudiado asimismo la música popular andina y compuesto huaynos, yaravies y mulizas. Es considerado uno de los mejores compositores de este país. Desde muy joven empezó a componer e interpretar música criolla. En 1946, conoció a Carlos Hayre, con quien cultivó desde entonces intensa fraternidad. Como Acosta Ojeda escribía versos y canciones, Hayre le pidió que pusiera letra a una melodía de su inspiración. Así nació su composición inicial, a los 16 años, y producto de su amistad con Hayre empezó una importante alianza creativa que nos ha entregado inmortales canciones. Acosta Ojeda fue integrante de diversos grupos criollos, como el Trío Surquillo (1948 a 1950) y el dúo Los Dones (1951 a 1954), destacando en festivales y emisiones radiofónicas. Los valses “En un atardecer” y “Madre”, composiciones suyas, alcanzaron gran popularidad al ser interpretados por el Trío Los Chamas en 1955. Es autor de numerosas canciones populares como: “Cariño”, “Ya se muere la tarde”, “Si tú me quisieras” y “Puedes irte”.

(Para mayor información comunicarse con la Oficina de Imagen Institucional del CCSM: 6197000 anexo 5207).

26.10.08

Prohibido olvidar

Durante sus últimos días, solía llevar un libro del novelista Milan Kundera bajo el brazo. Tal vez era La insoportable levedad del ser o, de acuerdo con su caso, la intolerable forma de morir despedazada por un ‘sobre-bomba’ y rodeada, inmediatamente después, de un halo de incertidumbre e impunidad en torno a su muerte y a sus autores, que permanece hasta hoy.

Melissa Alfaro Méndez tenía 23 años, era pucalpina y cursaba el tercer año de Periodismo en la Escuela Jaime Bausate y Meza. Se deleitaba con los versos de Mario Benedetti y, el día que se fue, unos colegas en el Congreso, después de realizar la tarea informativa, la invitaron a almorzar. "No –respondió–, yo me voy a Cambio a comer mis frejoles". Ironías del periodismo, pues este semanario, en que fue primero practicante y luego jefa de Informaciones, la esperaba con el plato vacío.

Mensaje mortal

"Es algo que no se puede comprender", balbucea Norma Méndez, su madre, 17 años después de la muerte de la menor de sus hijas. ‘Calichina’, le decían a Melissa por su inexperiencia periodística, que suplía con entrega y sensibilidad social. Ahora el semblante de doña Norma Méndez se afecta de forma indecible. Y es que es difícil asimilar lo ocurrido el jueves 10 de octubre de 1991, a inicios del gobierno de Alberto Fujimori y en medio del caos generado por los grupos terroristas y las denuncias de excesos de las Fuerzas Armadas.

Melissa Alfaro había llegado a la oficina de la publicación, en Lince, luego de una comisión en el Parlamento y, tras saludar al recepcionista, tomar la correspondencia y subir a su oficina en el segundo piso, activó el sistema secreto de unos 200 gramos de anfo gelatina, material explosivo de frecuente uso militar. Promediaban las 2:30 de la tarde.

Un testigo de la revista lo ha descrito así: "El olor era insoportable. Descubrimos las lunas de la ventana totalmente destruidas, un fluorescente desprendido del techo y pedazos de periódico regados en el piso (…) al costado de esta escena yacía tendido el cuerpo exánime de nuestra estimada compañera. Melissa había encontrado la muerte instantáneamente".

En realidad, no la mató un sobre, sino un ‘periódico bomba’, aclara su madre. Se trató de un conjunto de hojas de prensa francesa atadas con una cinta de seguridad y abiertas a los costados, como para no despertar sospechas. Y es que los periodistas de Cambio ya estaban prevenidos por la detonación de otro objeto similar el 21 de junio de ese año al frente de sus oficinas. La presunta equivocación dejó sin vida a Víctor Ruiz León, un ciudadano común.

Los sobre eran dirigidos, en ambos casos, a Carlos Arroyo, director del semanario citado acusado de apología al terrorismo y señalado vocero tácito del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA). "Melissa nunca fue emerretista ni tuvo filiación partidaria alguna. Y eso se respetaba", deslinda Dante Castro, escritor y entonces redactor de la revista opositora, caracterizada por sus denuncias de violación a los derechos humanos por agentes del Ejército y otras instituciones armadas.

Lo cierto es que la distribución de los ejemplares de la publicación, nacida en 1986, fue prohibida en algunas zonas del país y los canillitas que lo hacían fueron amedrentados por supuestos grupos paramilitares, según denuncia Arroyo en una nota de prensa de noviembre de 1989. Y es que la hipótesis de la responsabilidad militar en el caso del paquete bomba enviado a Cambio se nutre de algunos indicios tanto del momento fatal mismo como de la lentitud investigativa posterior.

Mucho por hurgar

Inmediatamente después del atentado, miembros de la Unidad de Desactivación de Explosivos (UDE) llegaron a la escena mortal con bolsas negras. Ellos, según denunció la revista Cambio, se habrían llevado evidencias importantes sobre la naturaleza del atentado, con el único fin de entorpecer las investigaciones.

El periodista Edmundo Cruz ha contado que ese mismo año el grupo militar "León Dormido" difundió un comunicado que "menciona al oficial Víctor Penas Sandoval como uno de los presuntos autores (de los objetos bomba), pero las responsabilidades son de más alto rango". En un sentido similar se ubican las indagaciones de Ricardo Uceda, que, además de considerar que la sofisticación de los explosivos los hace suponer provenientes del Ejército, tejen una lógica entre los victimados acusadores y los victimarios acusados.

Pero el interés del periodismo por esclarecer el caso no ha encontrado la misma fuerza en las investigaciones fiscales y policiales. Lo dice la madre de Melissa Alfaro, quien el 24 de setiembre de 1994 interpuso, ante la Fiscalía Especializada en Delitos contra los Derechos Humanos, una denuncia penal contra quienes resulten responsables de la muerte de su hija. Norma Méndez afirma que su batalla hoy "no busca venganza, es solo una lucha por que no haya impunidad, pues esta permite la repetición de otras violaciones". A pesar de convivir con la incertidumbre legal de no haberse esclarecido el caso de Melissa, mantiene su fuerza, apoyada por sus otros cuatro hijos, y motivada por sus ansias de justicia.

El Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas señaló en 1997 que "el Estado Parte tiene el deber de investigar a fondo las presuntas violaciones de derechos humanos, en particular las desapariciones forzadas de personas y las violaciones del derecho a la vida, y de encausar penalmente, juzgar y castigar a quienes sean considerados responsables".

Destinatarios mortales

El 15 de marzo de 1991, a las cuatro de la tarde, se inició la racha de paquetes bomba en el local de la Comisión de Derechos Humanos (COMISEDH), donde el abogado Augusto Zúñiga Paz perdió el brazo izquierdo producto de la explosión de un detonante oculto en un libro. Zúñiga era conocido defensor de víctimas de violación de derechos humanos e investigaba, en esos días, la desaparición forzosa del universitario Ernesto Castillo Páez.

Otro capítulo no fue mortal. Solo seis días después del fallecimiento de Melissa Alfaro, el diputado Ricardo Letts recibió en su despacho un sobre bomba que no llegó a palpar, debido a la cautela de su secretaria. Con este hecho, y las incipientes investigaciones que incluyeron la constitución de una comisión congresal, posteriormente disuelta, se cierra un año caracterizado por el envío camuflado de muerte.

(De La República, Lima, 26/10/08)

17.10.08

Horas de Lucha

En los próximos días se llevarán a cabo, en la Sala Lumière de la Alianza Francesa de Miraflores, en la Av. Arequipa 4595 - Miraflores (Lima 18), dos importantes conversatorios en homenaje al centenario de la publicación del libro Horas de Lucha, de Manuel González Prada. El programa para dichas charlas, que empezarán a las 7.30 pm, es el siguiente: Miércoles 22 de octubre: "Manuel González Prada y los precursores del pensamiento en el Perú", a cargo de Dorian Espezúa Salmón (crítico literario), quien expondrá sobre "González Prada y la glotofagia", y de Gabriel Icochea Rodríguez (sociólogo), quien abordará el tema de "González Prada y la política". Miércoles 29 de octubre: "Manuel González Prada y su 'progenie' intelectual", con la participación de Marcel Velásquez Castro (analista cultural), quien disertará acerca de "La ciudad degradada: Lima en los textos de González Prada", y de Dante Dávila Morey (filósofo), quien hablará acerca de "González Prada y la filosofía".

14.10.08

Miscelánea literaria

"Wayra, revista semestral de artes y letras del “Grupo Perú” del Centro de Estudios y Trabajo América Latina, ha publicado su sexto número con una miscelánea que oscila entre la poesía, la narrativa y la investigación literaria, tan poco prolífica en los últimos tiempos. En esta oportunidad, destacan los trabajos de Juan Gonzales Soto sobre Manuel Scorza; Meritxell Hernando Marsal, sobre Gamaliel Churata; Sara Beatriz Guardia, sobre Julio Ramón Ribeyro; entre otros. Wayra es un aporte a la cultura con una serie de artículos y ensayos de periodicidad semestral. Por sus páginas han desfilado algunas figuras importantes como Enrique Congrains Martín, Ricardo Silva Santisteban, Pablo Guevara, etc. Una interesante propuesta que merece la pena ser revisada y analizada al detalle" (Del diario La Primera, Lima, 14/10/08)

11.10.08

Caminante del mundo marginal

Por Ericka Montaño Garfias
La Jornada, Ciudad de México, 10/10/08


Profundo admirador de las culturas indígenas y marginales, de los paisajes del Bajío y del sureste mexicanos, de la sonoridad del maya, náhuatl y purépecha, el escritor francés Jean-Marie Gustav Le Clézio fue galardonado este jueves con el Premio Nobel de Literatura 2008, reconocimiento que Octavio Paz le vaticinó en los años 70. Le Clézio (Niza, 1940) es autor de unos 50 libros, de los cuales al menos la mitad están relacionados con los periodos que pasó en territorio mexicano repartidos en 12 años, primero en la ciudad de México y Yucatán, después en Zamora, donde fue profesor e investigador invitado en El Colegio de Michoacán, y Angahuan, cerca del Paricutín. Desde hace varios años posee una casa de campo en Jacona, a 150 kilómetros de Morelia, y hace donativos de manera anónima para obras altruistas en Michoacán.

La Academia Sueca determinó concederle el galardón, dotado de 10 millones de coronas suecas (1.4 millones de dólares) al considerar que es “el escritor de la ruptura, de la aventura poética y de la sensualidad extasiada”, además de “un investigador de una humanidad fuera y debajo de la civilización reinante”.

Tras darse a conocer el premio, en París Le Clézio se manifestó “muy emocionado y feliz”. De su experiencia en suelo mexicano dijo: “He vivido 12 años en México y ahora vivo en Nuevo México. Siempre me ha gustado mucho la cultura hispanoamericana y especialmente las culturas de los indígenas de México y Nuevo México, donde la mitad de la gente habla español y la cultura latinoamericana tiene mucho pegue ahí”. Jean-Marie Le Clézio, quien también posee la ciudadanía de la isla Mauricio en el océano Índico, adelantó que viajará a Estocolmo para recibir el premio el 10 de diciembre próximo –tres de los cuatro galardonados que lo precedieron no fueron por razones de salud– y su discurso versará acerca de las dificultades actuales de los jóvenes para publicar. “Hay que golpear puertas constantemente y uno choca contra la pared. Una posible solución es abolir los impuestos sobre los libros”, según lo citó la agencia Dpa.

El escritor, quien se enteró del premio en una escala hacia Canadá, recomendó además leer una de sus obras representativas, Pawana, novela breve acerca de la lucha en defensa de las ballenas que llegan a las playas bajacalifornianas, publicada en castellano en 2001 por Ediciones Lindero, que posiblemente sea reditada, adelantó el editor César Moheno. El colaborador de La Jornada destacó entre las cualidades de Le Clézio el ser un escritor “que camina los paisajes de su obra. Para la traducción de Relación de Michoacán transitó por todos los lugares que aparecen ahí, y eso hace con gran parte de su narrativa”.

Otras obras que en breve reaparecerán en librerías son La conquista divina de Michoacán y El sueño mexicano o el pensamiento interrumpido, ambas en el Fondo de Cultura Económica, a más tardar la próxima semana; mientras, Tusquets Editores pondrá a la venta las reimpresiones de La cuarentena y El pez dorado, a finales de mes. Otros de sus libros son El proceso verbal, publicado a los 23 años, que le valió el premio Renaudot; Terra amata, Urania, Estrella errante, La guerra, Onitsha, Viaje a Rodrigues, Diego y Frida: una gran historia de amor en tiempos de la Revolución, Desierto (considerada su obra cumbre) y el más reciente es Ritournelle de la faim.

Jean-Marie Le Clézio, con quien suman 14 los franceses que han obtenido el Nobel de Literatura, llegó a México en 1967 para participar en la organización de la biblioteca del Instituto Francés para América Latina (IFAL), trabajo que eligió en lugar del servicio militar, al tiempo que se acercó al estudio del maya y el náhuatl en la Universidad Nacional Autónoma de México. Esos estudios lo llevaron a Yucatán y dejó México antes de la matanza de Tlatelolco. “Sin embargo, la tragedia lo impactó y de hecho se relata en su obra Revoluciones, junto con la Revolución Francesa y un levantamiento de esclavos en una isla del Índico”, dijo el historiador Jean Meyer a La Jornada. Añadió que en alguna de esas estancias realizó un programa televisivo con Octavio Paz, quien es el autor en castellano más reciente en recibir el Nobel, el cual calificó a Le Clézio como “un escritor nobelizable. Se le cumplió la profecía”.

A finales de 1979, por invitación de Luis González y González, Le Clézio se sumó al grupo de investigadores y académicos de El Colegio de Michoacán, en el área de estudios históricos. Quien recuerda ese periodo es Agustín Jacinto Zavala, profesor-investigador del Centro de Estudios de las Tradiciones de El Colegio de Michoacán, quien comparte con La Jornada: “Llegó a finales de 1979, andaba buscando nuevos horizontes para sus novelas, ya había estado en Yucatán, donde hizo una traducción y representación de Las profecías de Chilam Balam y escribió Tres ciudades santas. Venía con la idea de hacer una novela sobre Michoacán. En el colegio nos conocimos. De inmediato se fue a Angahuan, junto al Paricutín. Ahí lo que le llamó la atención es que los indígenas no lo veían a los ojos. Se sentía raro de que nadie lo veía de frente y él, alto y güero, todos los demás morenos, se sentía excluido. Le tomó mucho tiempo comprender que no lo veían directamente en señal de respeto.”

Añade que el ahora Nobel estuvo de nuevo en el colegio entre 1981 y 1983, siguió yendo a Angahuen para conocer más a la gente. “Era muy platicador con todos, les pedía que le contaran sus historias, de las familias; recogió mucha información que después ha plasmado en sus novelas. En Francia no le gustaban las entrevistas, pero en México era muy espontáneo, muy libre.”

Mientras estuvo en El Colegio de Michoacán ofreció varias conferencias y trabajó en la traducción al francés de la Relación de Michoacán, así como en su tesis doctoral para la Universidad de Perpignan. Parte de ese texto es lo que publicó el FCE como La conquista divina... “Tenía también la idea de escribir una novela acerca de la estancia de Antonin Artaud con los tarahumaras. Cuando llegó a Zamora ya tenía un texto que estaba perfeccionando, pero lo extravió en uno de sus viajes. El mundo perdió una novela”, dijo Agustín Jacinto Zavala.

Se concentró en los purépechas, estudió su lengua, le interesaba que en la traducción al francés de la Relación de Michoacán los nombres fueran precisos, incluso cuando se tradujo del francés al japonés envió al traductor al Colegio de Michoacán para que le pronunciáramos los nombres en purépecha y español, agregó. Moisés Franco hizo una edición de la Relación de Michoacán en la que el primer capítulo fue escrito por Le Clézio con el título “La relación de Michoacán como literatura universal”. La visita más reciente que el galardonado realizó a Michoacán fue en 2005, y de vez en cuando su esposa o sus hijas visitan la casa de Jacona.

El presidente francés Nicolas Sarkozy manifestó “su enorme orgullo” por la concesión del Nobel, y dijo que Le Clézio “es ciudadano del mundo, hijo de todos los continentes y de todas las culturas. Gran viajero, encarna el esplendor de Francia, de su cultura y de sus valores en el mundo globalizado”.

La designación de Jean-Marie Le Clézio como Nobel de Literatura 2008 ocurrió tras las polémicas declaraciones del secretario permanente del jurado de la Academia Sueca, Horace Engdahl, quien afirmó que Europa era el centro literario del mundo, descalificando en especial a los autores estadunidenses. Engdahl dijo ayer que como autor, Le Clézio es “cosmopolita y nómade. Pertenece a varias culturas y pasó largas etapas de su vida en otros lugares y no en Europa. No se le puede contar como un típico escritor europeo”.

De acuerdo con analistas, el Nobel elige de vez en vez a autores de pensamiento progresista, entre ellos José Saramago, Dario Fo y ahora Le Clézio, de quien el diario británico The Independent destaca su simpatía con los marginados y los pobres

8.10.08

Redescubrir a Cortázar

Por Juliana Boersner
Papel en blanco, México, 03/10/08


Julio Cortázar es uno de esos autores que está más allá del bien y del mal, un autor, un hombre, que siempre se movió en los extremos a la vez que en los intersticios. No puede uno mantenerse incólume ante la mención de su nombre ya que su obra, su vida y su imagen han dejado una marca inconfundible en el imaginario hispanoamericano. Toda una mitología se ha tejido en torno a su larga y desgarbada figura supuestamente en eterno crecimiento; y es que, no en balde, para muchos Julio es el Cronopio Mayor.

Hablando de Cronopios y, sobre todo de homenajes y relecturas, el escritor Ignacio Solares (México, 1945) nos sorprende con un libro sobre Cortázar pero no sobre el Cortázar escritor, sino más bien sobre el que se conectaba con aspectos de la vida y de la muerte más allá de toda racionalidad. Solares, quien es un conocido apasionado de la psicología, escribe su libro Imagen de Cortázar (Fondo de Cultura Económica, 2008), centrándose en la relación del escritor argentino con la muerte, los sueños y, particularmente, con la idea de El Doble, y escribe: "La historia de un escritor, dice Roland Barthes, es la historia de un tema y sus variaciones. La culpa en Dostoievski, el juicio en Kafka, la nostalgia en Proust, el absurdo en Camus, la aventura en Hemingway, el laberinto en Borges. En el caso de Cortázar ese tema es, precisamente, la otredad. Obsesiva, recurrente, esa intención central abraza su obra. Un tema único que sus ficciones van desarrollando a saltos y retrocesos, desde perspectivas diferentes y métodos distintos".

Por otro lado, Solares, quien también es novelista, habla de la singular relación del escritor argentino con la muerte a la que llamaba (según una anédota de Aurora Bernárdez) su ciudad o, según las palabras de Omar Prego: “una ciudad en la cual yo nunca he estado en esta vida despierto”. Cortázar era, a la vez un humanista culto que un explorador de los mundos ocultos, lo cual se pone de manifiesto en su pasión por la obra de Edgar Alan Poe, por ejemplo, y por el toque de ultratumba que tienen muchos de sus cuentos como Casa tomada, por ejemplo.

Las preguntas que dan origen a este libro de ensayos buscan escudriñar en las facetas más ultraterrenas del escritor, como por ejemplo: “¿Cómo imaginaba ese trance postrero? ¿Cuál era su idea de trascendencia? ¿Cómo evolucionaron sus creencias religiosas tras el contacto con el orientalismo y qué papel desempeñaron en su conversión al socialismo? ¿Por qué pretendía ser un vampiro? ¿Qué experiencias lo llevaron a desestimar la casualidad?” Fascinantes preguntas y no dudo que las respuestas sean interesantes.

Cortázar, por otro lado – dice Solares – es un autor excelente para enamorar a los jóvenes con la literatura: "Me gustaría pensar que si se inician con Cortázar, el escritor, solito, se encarga de meterlos de cabeza en la literatura y ya no pueden salir de ahí".

Imagen de Julio Cortázar está prologado por Gabriel García Márquez quien, no solamente es una cortazariano irredente como dice una nota periodística, sino que fue uno de los mejores amigos del argentino. En el prólogo expresa que el libro de Solares le hizo sentir cuán vivo está Cortázar entre nosotros.

Si. Está en la habitación de al lado.

4.10.08

Cazador de sátrapas

Por Pedro Escribano
La República, Lima, 04/10/08

El escritor Maynor Freyre en cien páginas ha intentado sintetizar el fujimontesinismo que padeció el Perú recientemente. Par de sátrapas (Ed. San Marcos) es la breve novela que busca dar cuenta de cómo el poder deja a su paso abuso, muerte y corrupción.

–Tu novela abre con dos epígrafes: de Mao y de Vargas Llosa. ¿Como reúnes a disímiles?

–Bueno, esto en realidad es un juego porque Mao, como tú bien sabes, no dejó que florezcan las cien flores, porque en un momento dado de la revolución cultural ya no quería que se escuche a Beethoven o Mozart, etc. Es decir, él no llegó a cumplir pero con los años sí ha cumplido. Ahora en China hay una gran apertura, en cambio Vargas Llosa dice que hay política en sus novelas. Claro, también tiene novelas ligeras. Con todo, yo lo pongo porque él es el escritor que más novelas políticas ha escrito y ahí supera a los de Narración, que siempre tuvieron como postulado escribir novelas políticas.

–Con Par de sátrapas recreas el periodo fujimontesinista. ¿Llevas la realidad a la ficción, o al revés?

–La realidad a la ficción, porque yo siempre me he sentido un reportero. Recuerdo a Gay Talese, a quien enviaron a entrevistar a Frank Sinatra, pero en vez de entrevistarlo, le siguió los pasos. Entonces, yo me meto a una casa ficticia, inventada, de Fujimori, y creo una relación con su familia, que yo no conozco, y ficciono. Yo he investigado. Al principio, él no fue así. Su partner, el otro sátrapa y el poder lo van cambiando.

–La novela más bien enfila en retratar lo que es el poder….

–Claro, eso es lo que yo intento. Intento ver cómo se reúne un grupo de gente en torno al poder, cómo los militares se juntan y se juntan, porque son de la promoción del Doc, el sátrapa, y entonces hay uno, Renato el Hermoso, que todos sabrán de quién se trata, quien, además, al comienzo se burla de Fujimori. Pero después Fujimori toma lo malo de la criollada limeña; engaña y estafa.

–¿No es un peligro tomar la realidad inmediata y hacer un remake en que la ficción tiene poco que participar?

–No, porque yo he trabajado ocho años, al principio pensaba hacer una novela de tres tomos, pero lo sinteticé a cien páginas. En esta síntesis, en este compendio, lo que yo trato es de reflejar no tanto un momento de la historia peruana, sino los extremos del abuso de poder, y el abuso de poder existió siempre en nuestro país.

–En tu trabajo narrativo siempre hay un peso social, el peso de la realidad.

–Esta novela es también un reportaje, pero es un reportaje ficcional evidentemente, pues utilizo todos los elementos que el periodismo me enseñó, inclusive hago zapping, la cuestión esta de cambiar el canal de la televisión, y el otro modo es "el ojo avizor", porque voy contando cosas que en realidad pasé –son casi autobiográficas–. Voy remendando la novela con estas dos vertientes.

1.10.08

Los minutos contados

Por Raúl Rivero
El Mundo, Madrid, 20/9/08


En Lima, una ciudad donde sólo la poesía es más constante que la garúa, se lee por estos días un nuevo libro del poeta Juan Cristóbal. Los versos de este limeño de 67 años vuelven a los lectores con la misma carga de decepción y tormento que ha marcado toda su obra, pero aliviados por su título tramposo: Para olvidar la muerte.

El libro ha llegado como para reafirmar el espacio que abarca en la literatura peruana contemporánea un hombre que tiene publicados 20 poemarios, varios textos sobre periodismo y una solitaria colección de cuentos que se llama Agüita é coco.

Juan Cristóbal camina por el Perú y el mundo con el nombre de José Pardo del Arco y es profesor universitario y periodista. En 1963 apareció, ilusionado y joven, con un cuaderno de versos titulado Cantual. Y, al finalizar la década de los setenta, se había establecido en aquellas plazas espinosas con otros tres libros memorables: Difícil olvidar, El Osario de los inocentes y Estación de los desamparados.

El caso es que Para olvidar la muerte, esta nueva selección de poemas de Juan Cristóbal, se recibe en algunos ámbitos literarios peruanos con serenidad, reflexiones y halagos. Con una satisfacción a duras penas contenida.

Desde el Instituto Latinoamericano de Escritores de Nueva York, el poeta Isaac Goldemberg me hace llegar unas notas donde se dice que el libro muestra la lucidez y dominio de un poeta mayor.

Juan Cristóbal asume con desencanto y ternura la verdad universal de que todos los días nos morimos un poco. «Morir, para el poeta, es tener a diario una dolorosa existencia y desgraciadamente tener una conciencia lúcida para entender que la vida es una forma de caminar hacia la muerte... La realidad total es de por sí alucinante, de modo que lo que hace es traducir ese mundo tan rico en fulgurantes metáforas, fruto de su madurez y constante ejercicio literario», explica la reseña de Goldemberg.

La poesía de Juan Cristóbal ha tenido siempre un parentesco reconocido con el surrealismo. Eso le ha dejado en la superficie del verso una mano de pintura familiar, unos tonos buenos para identificarla con esa corriente y facilitar el trabajo de los hacedores de manuales. Muchos críticos, los que no creen en la opinión certera a primera vista, se han detenido con inteligencia en los contenidos. Han visto en el intercambio de sus sueños y en su empeño por dar testimonio de la vida -por contar lo vivido- los signos más fuertes y definitorios de su obra.

Dejo aquí unos versos del libro que, entre otras argucias, trata de olvidar la muerte con este repaso de la vida: «Este es el principio final de mi destino/ la declaración permanente e invariable de mi vida/ la transparente oscuridad agonizante de mis versos/ la debilidad atroz de mis deseos y anhelos cotidianos/ convertidos en una fórmula de amor y en una ganzúa sin remedio».