Profundo admirador de las culturas indígenas y marginales, de los paisajes del Bajío y del sureste mexicanos, de la sonoridad del maya, náhuatl y purépecha, el escritor francés Jean-Marie Gustav Le Clézio fue galardonado este jueves con el Premio Nobel de Literatura 2008, reconocimiento que Octavio Paz le vaticinó en los años 70. Le Clézio (Niza, 1940) es autor de unos 50 libros, de los cuales al menos la mitad están relacionados con los periodos que pasó en territorio mexicano repartidos en 12 años, primero en la ciudad de México y Yucatán, después en Zamora, donde fue profesor e investigador invitado en El Colegio de Michoacán, y Angahuan, cerca del Paricutín. Desde hace varios años posee una casa de campo en Jacona, a 150 kilómetros de Morelia, y hace donativos de manera anónima para obras altruistas en Michoacán.
La Academia Sueca determinó concederle el galardón, dotado de 10 millones de coronas suecas (1.4 millones de dólares) al considerar que es “el escritor de la ruptura, de la aventura poética y de la sensualidad extasiada”, además de “un investigador de una humanidad fuera y debajo de la civilización reinante”.
Tras darse a conocer el premio, en París Le Clézio se manifestó “muy emocionado y feliz”. De su experiencia en suelo mexicano dijo: “He vivido 12 años en México y ahora vivo en Nuevo México. Siempre me ha gustado mucho la cultura hispanoamericana y especialmente las culturas de los indígenas de México y Nuevo México, donde la mitad de la gente habla español y la cultura latinoamericana tiene mucho pegue ahí”. Jean-Marie Le Clézio, quien también posee la ciudadanía de la isla Mauricio en el océano Índico, adelantó que viajará a Estocolmo para recibir el premio el 10 de diciembre próximo –tres de los cuatro galardonados que lo precedieron no fueron por razones de salud– y su discurso versará acerca de las dificultades actuales de los jóvenes para publicar. “Hay que golpear puertas constantemente y uno choca contra la pared. Una posible solución es abolir los impuestos sobre los libros”, según lo citó la agencia Dpa.
El escritor, quien se enteró del premio en una escala hacia Canadá, recomendó además leer una de sus obras representativas, Pawana, novela breve acerca de la lucha en defensa de las ballenas que llegan a las playas bajacalifornianas, publicada en castellano en 2001 por Ediciones Lindero, que posiblemente sea reditada, adelantó el editor César Moheno. El colaborador de La Jornada destacó entre las cualidades de Le Clézio el ser un escritor “que camina los paisajes de su obra. Para la traducción de Relación de Michoacán transitó por todos los lugares que aparecen ahí, y eso hace con gran parte de su narrativa”.
Otras obras que en breve reaparecerán en librerías son La conquista divina de Michoacán y El sueño mexicano o el pensamiento interrumpido, ambas en el Fondo de Cultura Económica, a más tardar la próxima semana; mientras, Tusquets Editores pondrá a la venta las reimpresiones de La cuarentena y El pez dorado, a finales de mes. Otros de sus libros son El proceso verbal, publicado a los 23 años, que le valió el premio Renaudot; Terra amata, Urania, Estrella errante, La guerra, Onitsha, Viaje a Rodrigues, Diego y Frida: una gran historia de amor en tiempos de la Revolución, Desierto (considerada su obra cumbre) y el más reciente es Ritournelle de la faim.
Jean-Marie Le Clézio, con quien suman 14 los franceses que han obtenido el Nobel de Literatura, llegó a México en 1967 para participar en la organización de la biblioteca del Instituto Francés para América Latina (IFAL), trabajo que eligió en lugar del servicio militar, al tiempo que se acercó al estudio del maya y el náhuatl en la Universidad Nacional Autónoma de México. Esos estudios lo llevaron a Yucatán y dejó México antes de la matanza de Tlatelolco. “Sin embargo, la tragedia lo impactó y de hecho se relata en su obra Revoluciones, junto con la Revolución Francesa y un levantamiento de esclavos en una isla del Índico”, dijo el historiador Jean Meyer a La Jornada. Añadió que en alguna de esas estancias realizó un programa televisivo con Octavio Paz, quien es el autor en castellano más reciente en recibir el Nobel, el cual calificó a Le Clézio como “un escritor nobelizable. Se le cumplió la profecía”.
A finales de 1979, por invitación de Luis González y González, Le Clézio se sumó al grupo de investigadores y académicos de El Colegio de Michoacán, en el área de estudios históricos. Quien recuerda ese periodo es Agustín Jacinto Zavala, profesor-investigador del Centro de Estudios de las Tradiciones de El Colegio de Michoacán, quien comparte con La Jornada: “Llegó a finales de 1979, andaba buscando nuevos horizontes para sus novelas, ya había estado en Yucatán, donde hizo una traducción y representación de Las profecías de Chilam Balam y escribió Tres ciudades santas. Venía con la idea de hacer una novela sobre Michoacán. En el colegio nos conocimos. De inmediato se fue a Angahuan, junto al Paricutín. Ahí lo que le llamó la atención es que los indígenas no lo veían a los ojos. Se sentía raro de que nadie lo veía de frente y él, alto y güero, todos los demás morenos, se sentía excluido. Le tomó mucho tiempo comprender que no lo veían directamente en señal de respeto.”
Añade que el ahora Nobel estuvo de nuevo en el colegio entre 1981 y 1983, siguió yendo a Angahuen para conocer más a la gente. “Era muy platicador con todos, les pedía que le contaran sus historias, de las familias; recogió mucha información que después ha plasmado en sus novelas. En Francia no le gustaban las entrevistas, pero en México era muy espontáneo, muy libre.”
Mientras estuvo en El Colegio de Michoacán ofreció varias conferencias y trabajó en la traducción al francés de la Relación de Michoacán, así como en su tesis doctoral para la Universidad de Perpignan. Parte de ese texto es lo que publicó el FCE como La conquista divina... “Tenía también la idea de escribir una novela acerca de la estancia de Antonin Artaud con los tarahumaras. Cuando llegó a Zamora ya tenía un texto que estaba perfeccionando, pero lo extravió en uno de sus viajes. El mundo perdió una novela”, dijo Agustín Jacinto Zavala.
Se concentró en los purépechas, estudió su lengua, le interesaba que en la traducción al francés de la Relación de Michoacán los nombres fueran precisos, incluso cuando se tradujo del francés al japonés envió al traductor al Colegio de Michoacán para que le pronunciáramos los nombres en purépecha y español, agregó. Moisés Franco hizo una edición de la Relación de Michoacán en la que el primer capítulo fue escrito por Le Clézio con el título “La relación de Michoacán como literatura universal”. La visita más reciente que el galardonado realizó a Michoacán fue en 2005, y de vez en cuando su esposa o sus hijas visitan la casa de Jacona.
El presidente francés Nicolas Sarkozy manifestó “su enorme orgullo” por la concesión del Nobel, y dijo que Le Clézio “es ciudadano del mundo, hijo de todos los continentes y de todas las culturas. Gran viajero, encarna el esplendor de Francia, de su cultura y de sus valores en el mundo globalizado”.
La designación de Jean-Marie Le Clézio como Nobel de Literatura 2008 ocurrió tras las polémicas declaraciones del secretario permanente del jurado de la Academia Sueca, Horace Engdahl, quien afirmó que Europa era el centro literario del mundo, descalificando en especial a los autores estadunidenses. Engdahl dijo ayer que como autor, Le Clézio es “cosmopolita y nómade. Pertenece a varias culturas y pasó largas etapas de su vida en otros lugares y no en Europa. No se le puede contar como un típico escritor europeo”.
De acuerdo con analistas, el Nobel elige de vez en vez a autores de pensamiento progresista, entre ellos José Saramago, Dario Fo y ahora Le Clézio, de quien el diario británico The Independent destaca su simpatía con los marginados y los pobres
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