14.7.08

Biografía de un libro

Por Juan Cristóbal*
(Lima, 8 de julio del 2008.
En el Centro Cultural de España)

(A)

El 8 de abril de 1999, Chacho publica una carta en el diario La República, dirigida al Presidente de la Comisión de Reorganización de la Universidad La Cantuta, Moisés Quito Vidal, donde da cuenta que ha sido despedido el 23 de febrero, después de nueve años de labor, entre otras causas, según la institución, por haber escrito un artículo en las páginas de opinión de dicho diario. En su carta señala también otras motivos, como el de haber lanzado, el tal Moisés Quito, en estado de ebriedad, infundios contra su familia, y según una doctora, haber cometido actos de nepotismo y corrupción administrativa.

En el mes de junio del 2000, Chacho vivía a tres cuadras de mi casa en San Miguel, entonces me pide que revise y le dé algunas sugerencias sobre su libro inédito Sol de ciegos. En setiembre converso con el poeta en mi casa y le hago llegar mis opiniones al respecto. En octubre Chacho se cambia de domicilio por razones económicas y se va a vivir a un departamento por San Borja. En esos momentos trabajaba en la revista Agronoticias, de Reynaldo Trinidad, y llegaba casi todas las noches a mi casa a conversar, hasta que se cambió de distrito. Se que está en plena corrección de su libro, ya que nos llamábamos permanentemente, pues deseaba publicarlo.

En noviembre del 2001 publiqué mi antología personal En los bosques de cervezas azules, y no pensaba ni deseaba presentarla, pero Juan Benavente, de los Viernes Literarios, me convence en hacerlo y me programa para el 18 ó 19 de enero del 2002, entonces le pido a Chacho que la presente. Y asi lo hizo. De esa presentación Chacho escribió luego un artículo y lo envío a un amigo en Francia, Héctor Loayza, que tiene una revista virtual llamada Resonancias, el cual se lo publicó. En esa presentación fue la última vez que nos vimos. Después de la presentación salimos con el mimo Acuña, Juan Ramirez Ruiz y Patricia del Valle a tomar algo. Patty y yo, jugo de papaya. Chacho, el mimo y Juan Ramirez, una cerveza. Allí nos despedimos. Patty y yo a nuestras casas. Chacho se quedó con el mimo Acuña y Juan Ramirez Ruiz, pero no por mucho tiempo.

El 27 de enero del 2002, casi siete días después de habernos visto, muere Chacho de un infarto cerebral. Era el segundo que le daba.

(B)

En el velatorio que se realiza en la Universidad de San Marcos, el 29 de enero, el viceministro de Educación, Juan Abugattás, promete editar la obra completa de Cesáreo. Y esto se hace público.

Pocos días después conversé con Gloria Cáceres, la esposa del poeta, y le sugerí que hablase con Abugattás para aceptar la publicación del poemario inédito Sol de ciegos, y luego, la obra completa. Asi lo hizo Gloria y llegaron a ese acuerdo. Abugattás nos dijo que podíamos coordinar todo lo debido con el dr. Martín Oré, asesor legal del Ministerio. Como yo lo conocía desde Chosica, pensé que sería más sencilla y rápida la edición del libro.

El 5 de febrero Gloria, que trabajaba y trabaja en Francia, donde vive con Manuel Agustín, hijo del poeta, me entrega un poder personal para ver todo lo relacionado con el libro.

Cuando tengo el libro en mi poder que me entrega Gloria, tanto el original como los disketts del mismo, le propongo a Oré que el libro lleve un prólogo y un epílogo. Acepta y me dice que decida. Le escribí a Gloria y también acepta. Les digo que el prólogo debe ser hecho por el poeta Tulio Mora y el epílogo por la poeta Rosina Valcárcel. Ambos aceptan. Incluso a Oré le planteó que ese trabajo debe ser remunerado. Lo consulta a sus superiores y aceptan. Pero nunca se llegó a cumplir tal ofrecimiento.

Victor Carranza, un economista que trabajaba en Concytec, me alcanza un número de la revista que editaban, Debate de Ciencia, Tecnología y Sociedad N.6, y donde había, en las páginas 60-68, una entrevista que le habían hecho a Chacho sobre su vida literaria, titulada, “Chacho se confiesa: del Palermo al PEN Club”. Me parece apropiado el texto y lo incluyo antes del epílogo de Rosina. Lamentablemente, no sé en qué momento esa entrevista al poeta es sacada del libro, pues en lo editado actualmente no aparece. Bueno, armado el libro de la forma como estaba se lo entrego a Martín Oré, con material fotocopiado y disketts del libro, con el prólogo, el epílogo y el testimonio de Cesáreo. A la semana me llama para acordar un editor. Acordamos que sea Luis Valera, el que fue editor del suplemento del diario Marka, El Caballo Rojo. Cuando ha avanzado algo en su trabajo Valera me llama para acordar qué debería ir en la portada y contraportada. Parecía que todo marchaba viento en popa. A las semanas me vuelve a llamar Valera y me dicen que hay un impasse con el Ministerio de Educación, que no le quieren pagar nada y que incluso sospecha que no hay partida para el libro. Hablo con Oré y queda en resolver el problema.

Pero sucede lo inesperadamente normal en el país: destituyen del Ministerio de Educación a Nicolás Lynch. Y con él salen Abugattás y Martín Oré. Entra como ministro Gerardo Ayzanoa.

Para esto, el 24 de diciembre del 2002, Gloria Cáceres publica una carta abierta en el diario La República, donde da cuenta de todo lo señalado y más.

La parte más importante de la misiva es cuando dice: “Hace dos meses, el doctor Abugattás, conciente del incumplimiento de su promesa, se ofreció coordinar con la UNMSM (la Universidad de San Marcos: NR) para que el último libro de Chacho por fin salga a la luz, pero el caso es que hasta hoy ni el Minedu (Ministerio de Educación: NR) ni SM (San Marcos:NR) dicen ni hacen algo para que la obra poética de Chacho sea conocida por todos. Y lo más grave es que las actuales autoridades del referido ministerio aducen ignorar todo (negritas de la Redacción). Y eso no es aceptable. Todos sabemos que cuando un funcionario público deja el cargo, informa a su sucesor sobre las acciones pendientes. Yo creo que el doctor Juan Abugattás tuvo que hacerlo, ya que él no prometió nada en forma personal, sino en condición de autoridad institucional, sobre todo teniendo en cuenta que Chacho hasta su deceso era trabajador del Ministerio de Educación, y porque en realidad siempre trabajó para la educación de nuestra patria.

Por todo lo ocurrido, en estos momentos yo me pregunto: ¿Las promesas y ofrecimientos se las autoridades educativas se pueden incumplir y esfumar tan fácilmente? ¿Sigue el país ignorando y maltratando a nuestros intelectuales, artistas y poetas? ¿Cuándo vamos a empezar a educar nuestra sensibilidad y con qué? ¿Así pretende el Ministerio de Educación dar a los niños y jóvenes peruanos una educación en valores? ¿Y la promesa en qué espacio de nuestras vidas queda?”.

(C)

El 1 de febrero del 2003 recibo una llamada y una carta de un tal Jorge Luis Guevara, especialista en Adquisiciones, Unidad de Abastecimiento del Ministerio de Educación, que antes le había escrito a Gloria preguntando algunas sandeces, como: “Tenga a bien indicarnos expresamente en qué radica el apoyo solicitado, es decir, está referido sólo a la impresión del libro o al mismo tiempo es impresión y publicación, quién correría con los gastos de registro de propiedad intelectual o derechos de autor, qué características debe tener la impresión a efectuar, etc”. A ese señor le vuelvo a entregar fotocopias del libro y disketts, pues aduce que no hay nada, en ninguna parte.

Pasa el tiempo y no se produce ningún avance.

En algún mes de ese año me llama el novelista Oswaldo Reynoso, quien me dice sabe lo del libro de Chacho. Como no encuentra material alguno, vuelvo a entregar fotocopias y disketts. A las semanas me llama y me dice que va a hacer muy difícil sacar el libro, debido a problemas burocráticos. Me pregunto si aceptaría sacarlo por la Derrama Magisterial. Le pregunto a Gloria y acepta. Llamo a Reynoso y le digo que lo saque por la Derrama. Pasa el tiempo y nunca supe lo que había sucedido con el libro.

Cuando Gloria llega en una de sus venidas decide poner fin al asunto y me dice que en algún momento ellos –ella y su hijo- editarían el libro sin necesidad de nadie.

(D)

Hasta aquí fue el seguimiento que hice personalmente del libro. Luego me entero que el libro iba a ser editado por La Cantuta. Pensé que, como Gloria había sido decana en esa universidad habrìa conseguido tal decisión. Supe que el libro lo tenía trabajando el poeta Jorge Luis Roncal. Pero esa relaciòn y decisiones del libro ya las veía mucho más directamente Gloria Cáceres con un señor Hernández, funcionario de La Cantuta. Supe que Gloria pidió varias veces una Resolución Rectoral, pero hasta donde sé, nunca la consiguió. Lo cual era impredecible lo que podía suceder con el texto.

Una última aparición personal es cuando el libro iba a ser editado por La Cantuta, en el 2005, alguien me comunica que, Blanca Rosales, que había sido funcionaria del Ministerio de Educación, había estado trabajando el libro. Asi que averigué dónde trabajaba y fui a verla. Estaba en Cofide. Le manifesté para qué deseaba verla. Me dio una cita. Conversé con ella y me contó dos problemas más. Que el libro nunca iba a salir pues no había partida para ello y que jamás se había tramitado una, pero como ella conocía a Cesáreo había hablado con el editor de la revista que ella coordinaba del Ministerio y de alli una parte iba a ser para el libro. Ella, por otro lado, había mandado hacer la carátula del libro y unos dibujos interiores al pintor Piero Quijano, que ella tenía en su poder, pero no quería darle a nadie, pues en nadie confiaba. Me dijo que si el libro ya iba a salir se lo llevara, que a mí si me daría los originales de ese trabajo. Pero como el libro nunca estuvo listo no le pedí nada.

Dos atingencias finales. En una de las computadoras (Chacho trabajaba con dos computadoras) encontramos un poema que no estaba en el libro. Como se señala en la edición presente, al final de la Nota de Edición, le pregunté a Manuel Agustín quién era el personaje y me dio lo datos referenciales y decisivos para incluirlo en el libro. Pasado el tiempo, cuando el libro ya estaba en manos de Roncal, dentro de mis papeles descubro un poema de Chacho, llamado “Trasandino”. Al comienzo pensé que podría ser un poema de algunos de sus libros anteriores, pero no lo era. Entonces le digo a Roncal que publique ambos poemas encontrados y no configurados en el libro por el autor, como poemas inéditos. Lamentablemente, sólo aparece el primero de ellos, pero no el segundo en la edición que se acaba de editar.

Ahora el libro es sacado, después de todas estas peripecias kafkianas, por la institución que despidió al poeta de su centro de trabajo, pero por otras autoridades. Agradecemos al rector actual y a las personas que han trabajado en esto que parecía imposible, por tan generosa decisión.

(*) Premio Nacional de Poesía, 1971.
Acaba de editar Para olvidar a la muerte.

1 comentario:

rosina dijo...

se le aprecia y quiere al poeta chacho, al amigo de los 70, por su talento e ingenio...esta biografía es oportuna...tardó en editarse el poemario...hasta hoy no tengo un solo ejemplar...qué pasa con los colegas de La Cantuta? saludos, y avanti