8.3.08

La presencia de la ausencia de Ruddy Pacheco

A través de diversos mensajes enviados a mi correo electrónico, acabo de enterarme del sensible fallecimiento del poeta peruano Rodolfo Pacheco Ingunza, quien pertenecía a la generación de vates que irrumpió en los años noventa. Ruddy, como cariñosamente solían decirle sus amigos más cercanos, nació en 1969. Cursó estudios de Educación en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Fue uno de los miembros más representativos del colectivo cultural “Cultivo”, formado por un grupo de estudiantes de Educación que cultivaban la poesía y acostumbraban reunirse en un parque de la Urbanización Pando (el famoso “Colchón”). En 1994, 1995 y 1996 ganó los Juegos Florales de San Marcos en los géneros de poesía, narrativa y ensayo. Víctor Coral, en un texto testimonial que hace año y medio publicó en su blog Luz de Limbo, lo recuerda como un ser “ebrio de poesía, de vida, de sinceridad, de vino, de lo que sea, pero ebrio” y como “el único poeta en Lima a quien le he escuchado recitar la mitad de Las flores del mal de corrido, estando él completamente ebrio”. Pese a vivió por y para la literatura, especialmente para la poesía, y que todavía tenía mucho que dar, Ruddy sólo publicó un volumen colectivo, Desde El Colchón, y un libro de poesías, Alucinada Cordelia (2006), que es seguramente con el que más lo recordaremos.

Entre los poemas que Ruddy nos ha dejado, figura este que, a mi, por lo menos, es el que más me gusta:

PRESENCIA DE LA AUSENCIA

La luna tercamente se empeña
En acompañar mi dolor
Luna menguante, llena y metálica
Me pregunto si ahora mismo
A ti te estará sonriendo

El alma se me ha podrido
En este verano encarnizado
En el que he visto suicidarse a las hadas
En el que he visto llorar a las sirenas
Amores de una noche desestrellada

Una frágil sonrisa
Juega en tu rostro
La noche nos envenena dulcemente
Mis caricias te abandonan
Y sospechas de mi callada palabra
De mis crisis mortales
¡ Si fuera un Whitman estaría abrazando al mundo ¡
¡ Si fuera un Poe estaría tan ebrio como mis fantasmas¡
Soy un inquilino más de este gran edificio, como tú
Soy un número de teléfono para llamar y darle vida

El reloj de arena ya se apura en convertirnos en harapos

Tu eres ausencia desde que el tiempo se detuvo
Eres un fantasma sin rostro que mi frágil memoria se
Empeña en recordar.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por este post dedicado a Ruddy, un compañero a quien miraba siempre de buen ánimo, con una sonriza para todos, llevando libros en la mano y casi siempre con Renato Salas, su mejor amigo en la Facultad de Educación en los noventa.

Arturo

Carlos Arroyo Reyes dijo...

Estimado Arturo:
No hay nada que agredecer pues creo que Ruddy, por la forma en cómo se dedicó a la literatura, merece ser recordado por todos los que lo conocieron y los que no tuvieron la suerte de frecuentarle. He visto también la nota que le dedicas en tu blog Amautacuna de historia y supongo que tuviste la suerte de su amigo.
Un abrazo,
Carlos

Anónimo dijo...

Yo tengo un amigo, un hermano.
Es un P O E T A.
Y bueno, se ha ido un toque nomás…
Acostumbrábamos meternos de cabeza en las canciones
Acostumbrábamos hacerle el amor a las guitarras
Hemos cantado tanto, que se nos han quedado mudas las manos.
¡Yo tengo un pata que es de la putísima madre!
Y aunque ahora escribe entre las flores del mañana
Mi guitarra lo añora, así, de golpe…

¡Salud Rudy!

Espero, que esta vez no desafines carajo,
…loco de mierda, qué talento que tenías

La próxima vez que nos veamos, con gusto le pondré música a los arranques de tu corazón…ya nos vemos.

Te quiere

Tu hermano

Jorge Millones

caifan dijo...

me partio el corazon la noticia ,se fue el crudy,un loco maravilloso, un educador, un enamorado de las palabras, un poeta con talento ,se fue el fan numero 1 de charly garcia, el hombre que hacia llorar a las guitarras , el lector avido de borges,se fue el rudy , mi amigo, te voy a extrañar brother....

MANUEL dijo...

Ya no te veré, Rudy, llegando a la universidad con tu chompita de lana y esa gorra nerudiana que te empeñaste en llevar hace unos años. Ya no sentiré más ese mudo y feliz escalofrío que me embargaba cada vez que se aparecía también Renato y Juancho y la noche se volvía depiadada cómplice de todos nuestros excesos. Cuando me enteré ayer que te habías ido un golpe en el pecho me dejó sin ganas de poner el disco de Pink Floyd que te gusta tanto, me dije que la música no podía ser esta vez compañera dionisíaca como tantas otras veces lo fuera en parques, bares y calles que compartimos. Pero también me dije: entonces todo era real, tu voz hablando por los antiguos muertos que sentías palpitar, tu fe envidiable en la poesía y en el arte, tu visión alucinada de dioses, héroes trágicos, Hypatia e Ícaro, Cordelia y Borges, Tanguito y Syd Barret, todo real desde siempre, todo lo que amaste con esa locura que nos hacía sonreir de puro contentos cuando hablábamos en La Curva de filosofía y de los griegos, de cine y de literatura, hasta que las cañas ya no podían entrarnos más y danzábamos felices en El Colchón porque secretamente era tu hermano, porque también yo había amado como tú la poesía de Borges, la ternura de Chaplin, las bellas formas de los griegos, sólo que no me había atrevido a creer en eso como fuente y fundamento de la vida y tú sí, mi querido Rudy, para ti recitar un verso de Baudelaire era sumamente embriagador y mucho más necesario que ir a chambear, "tomarse las cosas en serio", o aprobar un curso en la universidad... cosas pequeñas, al fin y al cabo, a las que los demás estúpidamente nos dedicamos. Salud, Rudy. Y gracias por ser quien fuiste. Gracias por no haber transigido jamás con la mierda y conservarte puro e intacto para el Arte.