18.3.08

Nueva antología de la poesía de América Latina

El conocido escritor uruguayo Eduardo Milán, que vive en México desde hace casi treinta años, acaba de publicar, con el auspicio de Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, de Barcelona, la valiosa antología Pulir huesos, donde ofrece su personal lectura de la poesía de América Latina y presenta una selección de veintitrés vates latinoamericanos nacidos entre 1950 y 1965: desde los uruguayos Roberto Appratto, Enrique Bacci y Hebert Benítez Pezzolano, hasta los mexicanos Eduardo Hurtado, Julio Eutiquio Sarabia, Tedi López Mills, Roberto Rico, Francisco Magaña, Laura Solórzano, Silvia Eugenia Castillero y Jorge Fernández Granados. Milán incluye también a los chilenos Diego Maquieira y Paulo de Jolly; al venezolano Josu Landa; al cubano Rolando Sánchez Mejías; a los argentinos Mario Arteca, Edgardo Dobry y Fabián Casas; y, por último pero no menos importante, a los peruanos Mario Montalbetti, Roger Santiváñez, Magdalena Chocano, Reynaldo Jiménez y Maurizio Medo. La mayoría de los poetas incluidos en la antología no son muy conocidos en España, salvo alguna excepción, pero, como afirma Milán en una entrevista que ayer sostuvo con la agencia EFE, su obra demuestra que “la poesía latinoamericana vive un momento muy rico en propuestas”.

Por la edad de los escritores incluidos, se podría pensar que Pulir huesos es la continuación de Ínsulas extrañas, la antología que reunía lo mejor de la poesía en lengua española de la segunda mitad del siglo XX a ambos lados del Atlántico, y en la que la selección corrió a cargo del propio Milán, de José Ángel Valente, Blanca Varela y Andrés Sánchez Robayna. Pero el autor de Alegrial o Razón de amor y acto de fe deja claro que Ínsulas extrañas, publicada en 2002, no necesita continuación. Pulir huesos -el título está tomado del poema “Blanco” de Octavio Paz- es “otra lectura a la poesía latinoamericana”, realizada por este poeta, ensayista y crítico literario uruguayo al que le gusta, según su propia confesión, “descubrir; y descubrir incluso lo descubierto”. “Esta antología es de poetas, no de países”, dice Milán cuando se le pregunta por la ausencia de representantes de países como Colombia, Ecuador.. etc. “Los que yo quise que estuvieran están. El salto de calidad sería juzgar por la presencia, no por la ausencia”, añade.

El mismo Milan, en una entrevista que en febrero último sostuvo con Eduardo Fariña Poveda, de Siete de Siete, Revista de escritura & poéticas, se ha encargado de contar los pormenores acerca de cómo se gestó su antología Pulir huesos: “Joan Tarrida, director actual de Círculo –cuenta allí-, me ofreció hacer una antología de poesía latinoamericana que estuviera en concordancia no sólo con el grado de excelencia fabril de nuestra poesía sino también con la exposición de una cierta radicalidad. El contar con el apoyo logístico de un editor y poeta como Nicanor Vélez, extraordinario en su meticulosidad, fue un factor decisivo. Contar con la colaboración en la lectura de los textos del poeta Antonio Ochoa fue otro factor definitorio. El prólogo a la antología es un texto para mí importante. Eso era algo que también quería hacer, un prólogo a una antología que fuera algo más que lo que generalmente son esos textos: presentaciones, gestos: “a continuación, los poetas”. Y reunir poetas que no fueran los siempre representados en todas las antologías, ese tipo de poeta-bandera que aparece en la puerta de la ONU lírica. Hay mucho poeta en América Latina, como se puede comprender. Esto es un continente. El asunto es que se sostengan y que se relacionen favorablemente entre sí o que se opongan. El prólogo debe favorecer esas relaciones”.

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