Único, contestatario, poeta social, esas son sólo algunas de las palabras con las que sus más allegados amigos y seguidores describieron al poeta Alejandro Romualdo Valle, quien en vida fue uno de los más grandes poetas y escritores en nuestro país, que al igual que otros falleció sumido en el olvido y la indiferencia de los gobiernos del país. Ayer se vivió un rencuentro de poetas, con un motivo triste, despedir al amigo, pero con la sensación grata de que su huella nunca se borrará, ni de los papeles ni del corazón de miles.
Un retrato del poeta Alejandro Romualdo Valle, elaborado por el pintor Bruno Portuguez, acompañó el féretro del también periodista y dibujante, quien fue velado en la casona del Centro Cultural de San Marcos, lugar donde por muchos años se reunió con sus más queridos amigos, entre ellos el director de la citada casa cultural, Federico García, quien consideró a Valle como “un poeta social”, debido a su compromiso con los desposeídos. “Él siempre se preocupó por la situación social del país, sus poesías y textos expresaron siempre su constante compromiso ideológico con los que menos tienen”, indicó García.
Durante el acto velatorio llegaron a darle el último adiós ilustres poetas e intelectuales, sin embargo, no llegó ningún representante del gobierno de turno, pese a que la obra de Romualdo Valle es considerada como patrimonio para nuestro país. También se hicieron presentes un grupo de escolares del colegio Santo Domingo de Guzmán, quienes con pancarta en mano agradecieron al ilustre vate por su poema “Canto Coral a Túpac Amaru”, un importante referente en el proceso literario peruano.
Para el poeta, editor y periodista Hildebrando Pérez, el célebre Romualdo fue uno de los más grandes poetas hispanoamericanos, razón por la cual, hace menos de dos años, se dedicó una edición completa de la revista Martín a la vida y obra del citado poeta. En 130 páginas, distintos estudiosos y literatos peruanos y extranjeros realizaron ensayos y evaluaron la diversidad de la poesía de Valle. Pérez dirigió junto al periodista Guillermo Thorndike esa revista.
“Él sabía adelgazar la voz cuando lo requería su poesía. Y cuando quería ser un poeta reclamante de las injusticias sociales, su poesía era dura, era tosca como un trueno”, aseguró Pérez, sobre la versatilidad de su amigo, quien en 1949 fue galardonado con el Premio Nacional de Poesía. Obras suyas como La torre de los alucinados (1949), El movimiento y el sueño (1971) y Edición extraordinaria (1958) son reconocidas en todo el mundo.
Por la tarde, se realizó un homenaje póstumo, en el que sus más queridos familiares y amigos recordaron la importante obra del notable peruano. El poeta Arturo Corcuera recordó su amistad con el vate que se fue, mientras que el periodista y director de esta casa, La Primera, César Lévano, reflexionó sobre la generosidad de Valle para con sus amigos y reconoció la ayuda que le brindó para publicar algunos textos. “Los poetas nunca mueren, siguen viviendo a través de sus palabras”, declaró Lévano.
“Estoy muy agradecida con la Universidad Nacional de San Marcos y con Federico García, del Centro Cultural, por brindar este tierno y emotivo homenaje a mi padre. Él no sólo fue alumno de San Marcos, sino también fue profesor, yo fui alumna suya en el curso de Estética y quedé babeando. Todos saben que para él yo era sólo su dulzura”, expresó, conmovida, Laura Valle Pereira, hija de Romualdo Valle. Los restos de Valle fueron despedidos con el himno de la Internacional Socialista, pues “cuando un poeta revolucionario muere, nunca muere”. Con el puño en alto, sus amigos y familiares dijeron hasta pronto a este notable poeta e intelectual, que fue cremado en el cementerio de Conchán en Lurín, en una ceremonia privada.
Hildebrando Pérez, Federico García y el pintor Alberto Quintanilla coincidieron en señalar que en nuestro país se deja morir a los poetas y personalidades culturales, pues sólo se les reconoce cuando ya han dejado de existir. Pérez recordó que hace seis meses un grupo de intelectuales y poetas firmaron un documento, sin que Valle lo supiera, pidiendo al gobierno de Alan García que otorgue una pensión de gracia al notable maestro, “y hasta ahora estamos esperando”.
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