3.1.08

El Franz Kafka de Michael Löwy

Escribe
Éricka P. Bucio

Un insumiso que frecuentaba los círculos anarquistas, un subversivo que protestó contra el aplastamiento del individuo por los aparatos burocráticos. Así retrata el sociólogo brasileño Michael Löwy al escritor Franz Kafka (1883-1924), rebelándose contra las lecturas conformistas de su obra que se limitan a los aspectos literarios, el estilo y la forma, pero que le restan fuerza subversiva, su dimensión formidablemente crítica, su insumisión.

La mayoría de las biografías ignora pura y sencillamente la participación de Kafka en las actividades de los círculos libertarios de Praga; otros lo discuten, para tratar de negarlo como pura ficción, expresa el director emérito de Investigaciones del Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS) de París, donde reside desde 1969.

En la abundante literatura sobre el autor de El proceso, El castillo y La metamorfosis, Löwy advierte que se suele pasar por alto la relación de Kafka con los círculos anarquistas de Praga, un dato poco atendido de su biografía pero que permite al sociólogo brasileño ofrecer una nueva lectura del escritor en el ensayo Franz Kafka, soñador insumiso (Taurus).

Guiado por una infinita sed de libertad, Kafka participó en reuniones anarquistas entre 1910 y 1912, se relacionó con el anarquista Michal Mares, y leyó con interés por escritores libertarios como Arthur Holistscher, cuya obra fue una de sus principales inspiraciones para escribir la novela América.

Löwy reconoce que el escritor vivió para la literatura pero no se puede soslayar, advierte, el carácter subversivo de su obra.

Lo presenta como un soñador insumiso ¿con qué utopías soñaba Kafka? Una vez redactó un corto proyecto utópico, la Comunidad de trabajadores sin propiedad (1918), pero en lo general su obra literaria no habla de futuros imaginarios, sino del infierno presente. Su utopía, el deseo de un mundo de libertad sin restricciones, de una comunidad humana sin dominación, sólo aparece en su obra en forma negativa, por la manera de criticar la ausencia radical de la libertad en las sociedades modernas.

Aborda su cercanía con los ambientes anarquistas ¿es suficiente para definirlo como un anarquista? Kafka se interesaba por las ideas anarquistas, se relacionó con los anarquistas pero no era anarquista en el sentido de adhesión a una doctrina política. Lo que mejor lo define es una carta de 1916 a su novia Felice Bauer: tengo una sed infinita de autonomía, de independencia, de libertad en todas las direcciones. Desde esta actitud existencial, desde este estado de espíritu subjetivo, resulta su simpatía por los círculos anarquistas de Praga y por los escritos de autores libertarios.

¿Por qué un libertario escribiría una literatura un tanto inaccesible para el grueso de los lectores? ¿Por qué su crítica no sigue el tono realista de los anarquistas de su época? Kafka escribía obedeciendo a una profunda necesidad interior, sin preocuparse con eventuales lectores; como se sabe, solicitó a su amigo Max Brod quemar todos sus manuscritos después de su muerte... No escribía como libertario buscando convencer a un público popular con obras incendiarias, sino simplemente como artista que exprime en su obra sus ansiedades, angustias, sentimientos. Pero en realidad, no son tan inaccesibles sus obras literarias, han sido leídas por millones de personas en todo el mundo, y han inspirado películas de gran difusión como El proceso, de Orson Welles.

¿Considera superada la polémica acerca del realismo de Kafka? En 1955 György Lukács criticó a Kafka como escritor no realista y decadente, en contraposición a Thomas Mann, representante del realismo crítico. Pero dos años después, Lukács fue encarcelado por las autoridades soviéticas por su participación en el gobierno comunista disidente de Imre Nagy en 1956. Al no tener acceso al acta de acusación, no sabía de qué se le acusaba. Según se cuenta, en el patio de la prisión —un castillo en Rumania— se dirigió a su esposa y declaró: Bueno, parece que si era realista Kafka....

En la conferencia de críticos y autores marxistas en Liblice (República Checa), en 1963, varios intelectuales comunistas defendieron a Kafka, en particular Ernst Fischer: Kafka descubrió en el detalle de hoy el infierno de mañana. Pero reducirlo al realismo es estrecharlo mucho. La mejor definición quizás viene del poeta surrealista André Breton, para el cual Kafka era un visionario, en el sentido que daba el poeta francés Rimbaud al término: alguien que ve lo invisible, y oye lo inaudible.

(Publicado originalmente en Reforma,
ciudad de México, 26 de septiembre de 2007)

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