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9.7.09

Escritor de junto al cielo

Pedro Escribano
La República, Lima, 08/07/09


El cable es breve. Anuncia que el escritor Enrique Congrains, uno de los más altos exponentes de la narrativa del cincuenta, ha muerto en Cochabamba, ciudad boliviana en donde residía hace largas décadas. Murió víctima de un paro cardiaco. Tenía 77 años.

Enrique Congrains irrumpió en nuestra narrativa con dos libros buenos, violentos. El texto de relatos Lima, hora cero y después la novela No una sino muchas muertes. En ambos bullía la realidad urbana, los conflictos, los dramas, sobre todo la pobreza barrial, la condición desolada de los migrantes en la capital. Después guardó más de cuarenta años de silencio para publicar dos novelas más: El narrador de historias y 999 palabras para el planeta Tierra, dos libros en que como escritor se planteó nuevos temas y nuevas técnicas narrativas.

Enrique Congrains nació en Lima, en 1932. Su familia había sido devastada por la crisis económica. “Yo nací en el seno de una familia arruinada”, dijo a este diario en una entrevista en la que narró que había crecido en el Paseo Colón, que en los años treinta era el último reducto de la burguesía limeña.

También comentaba que había sido una fortuna no haber terminado la secundaria, porque hubiera ingresado a la universidad y se hubiera encasillado en una profesión. Pero como no concluyó, le quedaron todos los caminos abiertos. Uno de ellos, el de hacerse escritor.

Y esa fue su pasión. Conoció la realidad a pie, y trajo al mundo sus primeros libros con esa visión. Como lector, había conocido la obra de John Steinbeck, entre ellas Las viñas de la ira, y también había leído a Erskine Caldwell, sobre todo El camino del tabaco. Asimismo, el cine italiano había marcado su escritura. Él decía que estos autores y en el cine italiano veía “esa mirada neorrealista, hasta naturalista, para revelar la miseria moral de la gente.

La crítica bien ha señalado que Enrique Congrains es nuestro primer neorrealista, el que describe en altorrelieve la realidad urbana con crudeza no desprovista de una auténtica poética de la violencia. Allí está Maruja, el personaje de No una sino muchas muertes, y también el candor de “El niño de junto al cielo”.

Se hizo escritor, pero para sobrevivir se dedicó a todo. Vargas Llosa lo recuerda en El pez en el agua como un vendedor que tocaba las puertas de las amas de casa para ofrecerles algún producto, muchos de ellos inventados por él mismo.

“Enrique Congrains –escribe Vargas Llosa– irrumpió como un ventarrón en el ambiente literario limeño de los años cincuenta. Era joven, rubicundo y simpático, de ideas fijas y tan dinámico que parecía poner en práctica sus proyectos aun antes de concebirlos”.

Lima, hora cero
abrió una nueva veta en nuestra narrativa, un libro fundador del neorrealismo y que sin embargo Congrains siempre quiso compartirlo con otro autor, compañero de generación.

“No creo que yo tenga que llevarme todo el mérito, está repartido con Julio Ramón Ribeyro”, dijo en una entrevista. Asimismo, consideraba que el cuento “El niño de junto al cielo” no era su mejor cuento y que si figuraba en todas la antologías del cuento peruano era por pereza de los antologadores. Para él su mejor pieza de relato era “Domingo en la jaula de estera”.

Enrique Congrains ha muerto. Ya está junto al cielo.

26.1.08

La vuelta al barrio de Enrique Congrains

La nueva edición del muy leído suplemento cultural Babelia, de El País (Madrid, 26/01/2008), trae muchas cosas de interés relacionadas con la literatura latinoamericana, como el reportaje que, bajo el título de “Poesía contra el olvido”, Francesc Relea le hace al poeta argentino Juan Gelman, ganador del Premio Cervantes 2007. Otro tanto puede decirse del delicioso comentario que Antonio Gamoneda, Premio Cervantes 2006, escribe a propósito de la reciente aparición del poemario Cartas a mi madre (México DF, Ediciones Monte Carmelo, 2007), de Gelman. Además, como si no bastara con lo anterior, Babelia incluye en su sección “Crónicas de América Latina” una crónica acerca de la vida cultural en la ciudad de Buenos Aires, escrita por Fogwill, quien es autor de novelas como Urbana (Mondadori) y Help a él (Periférica), y una breve nota bibliográfica, “El 'boom' y un retorno del pasado”, que transcribo en su totalidad pues se refiere a un hecho que seguramente será del agrado de muchos de los amantes de la narrativa peruana: la vuelta al barrio de Enrique Congrains.

“MÉXICO La Tempestad es una revista mexicana de actualidad artística que lleva desde 1998 abriendo los ojos y oídos con nuevas propuestas. En su último número plantea una pregunta para su tema de portada: ¿Qué nos queda del boom latinoamericano? Guillermo Cabrera Infante, José Donoso, Carlos Fuentes, Gabriel García Márquez y Vargas Llosa son diseccionados con la mirada del siglo XXI por escritores como el chileno Rafael Gumucio, la peruana Patricia de Souza, el mexicano Sergio González Rodríguez o el argentino Antonio Oviedo. Una generación que no tiene empacho en desenmascarar los falsos mitos y destacar valores ocultos en la obra de las vacas sagradas.

PERÚ Tras cincuenta años de silencio narrativo acaba de publicarse la nueva novela de Enrique Congrains (Lima, 1932), El narrador de historias (Petroperú), un thriller futurista que especula con el panorama geopolítico latinoamericano en 2075, cuando Brasil ha anexionado a Paraguay y Argentina a Bolivia, con lo que se desata una guerra entre Argentina y Chile. En esta atmósfera deambula Cayetano Cómpanis, un narrador oral en un mundo sin libros en el que los escritores casi han desaparecido. Congrains, dedicado a la actividad editorial en las últimas décadas, formó parte, junto a Vargas Llosa, Julio Ramón Ribeyro y Carlos E. Zavaleta, de la llamada generación de los 50, y su libro de relatos Lima, hora cero (1954) se considera piedra fundacional del realismo urbano en Perú. Su anterior novela, No unas sino muchas muertes (1957), fue llevada al cine por Francisco Lombardi bajo el título de Maruja en los infiernos (1983)".